Viernes 21 de Marzo de 2008 > Carta de Lectores
Una interna menos, pero...

Puede que al echar a los jefes tanto de la AFIP como de Aduanas, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner haya querido mostrar que es ella la que lleva la voz cantante en el gobierno nacional, pero en vista de la importancia relativa de los dos funcionarios relevados sólo sirvió para confirmar que en el "doble comando" gubernamental quien maneja los controles sigue siendo su marido, el ex presidente Néstor Kirchner. Después de todo, el ya ex titular de la AFIP, Alberto Abad, un técnico independiente que es considerado muy eficaz y que, para más señas, en teoría tenía garantizada por ley su estabilidad en el cargo hasta diciembre del corriente año, era el superior jerárquico del ex director general de Aduanas, Ricardo Echegaray, un hombre cuya baza principal consistía en su condición de "pingüino" santacruceño avalado por el ex chofer de Kirchner, Rudy Ulloa, y por lo tanto por el ex presidente mismo. Así las cosas, en circunstancias más normales que las imperantes lo lógico hubiera sido que Abad obligara a Echegaray a renunciar sin que la presidenta tuviera que intervenir, pero parecería que por no querer enfrentarse con su marido optó por barrer con los dos.

Huelga decir que este episodio ha desatado una ola de especulación en torno del desenlace posible de una interna que es aún más importante que la protagonizada por Abad y Echegaray. El conflicto entre el ministro de Economía, Martín Lousteau, y el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, se asemeja mucho al que acaba de resolverse con una suerte de empate, ya que se supone que el primero cuenta con el apoyo de Cristina y su contrincante con el del marido de la presidenta. Es tentador, pues, presumir a base de su forma de poner fin a la reyerta entre los jefes de la AFIP y de Aduanas que la presidenta entiende que si quiere deshacerse de Moreno tendría que pagar despidiendo a Lousteau también. Sin embargo, a esta altura parece más probable que el ministro de Economía decida renunciar por una cuestión de dignidad y de orgullo profesional, ya que la injerencia constante de Moreno le impide cumplir debidamente su trabajo, de lo que es que la presidenta y su antecesor lleguen antes a la conclusión de que por causarles tantos problemas la interna les convendría echarlos a ambos.

De más está decir que el arreglo así supuesto dista de ser satisfactorio. Un gobierno que incluye a personas en cargos clave que deben sus puestos a la voluntad de manejarlos del ex presidente y a otras que confían en que su propia capacidad, más la aprobación de la presidenta actual, les garantizará cierta autonomía no puede sino ser el escenario de una cantidad notable de internas de las que la mayoría no llega al conocimiento público, debido a la negativa del matrimonio gobernante a permitir que sus subordinados hablen con la prensa. Aunque tanto Cristina como su marido se han propuesto mantener el "doble comando" hasta fines del 2011, el que cada tanto se produzcan roces entre los juzgados leales a la presidenta o al ex presidente no puede sino continuar socavando la autoridad presidencial. Mal que bien, el país no está acostumbrado a la división de poder que caracteriza a la administración actual, razón por la cual no pasa un solo día sin que surjan nuevos pretextos para que la ciudadanía intente determinar cuál de los dos realmente encabeza el gobierno nacional.

El enfrentamiento entre Abad y Echegaray se intensificó cuando éste denunció por escrito ante la Justicia que era muy defectuoso el "sistema María" informático que se emplea para registrar lo que entra y sale del país, lo que como es natural molestó sobremanera a quien era su superior nominal, ya que equivalía a acusarlo de negligencia. Así y todo, parece evidente que la investigación del "sistema María" tiene que profundizarse. Si es tan malo como dice Echegaray, resulta claramente necesario actualizarlo o reemplazarlo por otro más eficiente cuanto antes, mientras que a Abad le corresponderá explicar los motivos de la falta de interés en un asunto tan grave que, con razón o sin ella, le atribuyó el jefe de Aduanas, ya que parecería que se han concretado muchos delitos manipulando el sistema y, como si esto ya no fuera suficiente, murió asesinado un funcionario en Misiones que lo investigaba.

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