Martes 18 de Marzo de 2008 Edicion impresa pag. 43 > Cultura y Espectaculos
El regreso de Calamaro
Después de once años, el cantante volvió a la región con "La lengua popular". Durante dos horas, repasó también sus viejos éxitos ante miles de personas.

NEUQUÉN (AR).- Acá, en el vip, una globa blanca impecable, que soporta el embate del humo de los choripanes que se venden a un par de metros, con servicio de mozo y pantalla plana para ver el show por tele, sentado en cómodos sillones y rodeado de funcionarios de tercera línea, periodistas y colados con la satisfacción de sentirse "incluidos", la experiencia "Calamaro en vivo" resulta desconcertante.

El Salmón está llorando con la garganta en el escenario y acá la diversión pasa por ganarse una remera o una gorra en una maquinita a la que nadie tarda en encontrarle la vuelta: al quinto intento siempre falla. "¿Puedo probar ahora por el bolso?", pregunta la más insistente de todos, con cigarrillo en la mano, cartera en el hombro y un déficit de atención preocupante. Prueba. Pierde. Busca una copa y sigue charlando. Ah: y posa con amigos para una foto que nadie sabe dónde saldrá publicada. Es así. El extraño mundo de los recitales sponsoreados tiene siempre un lugar privilegiado para ellos: los que parecen disfrutar de un recital de rock con la misma pasión con la que asisten al cumpleaños de un conocido. Los que no transpiran, apenas hacen palmas y cantan como susurrando.

Son las 20.30 y Calamaro, que es Andrés, pisa tierra valletana después de once años. En ese momento presentó en vivo los temas de Alta Suciedad en Cipolletti, ante miles que lo escuchaban desde siempre o que lo habían descubierto gracias a "Flaca", ese hit pegajoso que lo transformó de rockero conocido en celebridad hispanoparlante automáticamente.

Esta vez el objetivo es otro: demostrar que "La lengua popular", su último disco, está a la altura de todo lo que hizo antes. Y ahí la cosa se complica. "No es que las canciones nuevas sean malas, pero parece Calamaro copiándose a si mismo...y encima sin lograrlo", apunta un fan de la primera hora y empieza la polémica. "Era mejor antes"... "No, ahora es más adulto"...y podrían seguir así por horas.

Lentamente, incluso con el show ya empezado, el club Independiente empieza a llenarse. No son cinco mil almas, seguro que no, pero es tanto como se esperaba. Algunos cantan, otros esperan impacientes. Y ahí aparece el frontman dueño de la caída y resurrección más comentada del rock argentino de los últimos años. Y larga la fiesta.

Lo primero es "El Salmón" y lo que sigue son más de dos horas en las que habrá de todo: algo del rock más visceral de Los Rodríguez, la nostalgia ochentosa de "Costumbres argentinas", el rock más melódico de los noventa, el repaso por "Honestidad Brutal", por "Alta Suciedad", el riesgo de reversionar clásicos tangueros, acompañado por Dani Suárez y Cóndor Sbarbati, de la Bersuit Vergarabat, y lo que motivó el encuentro: "La lengua popular", la que lo llevó a la orilla calma que no había visitado nunca, la que lo descubrió padre y enamorado, y la que, según sus seguidores, lo devuelve a su mejor versión musical. Ah. También habrá discurso político: "Si nadie prohíbe leer libros, por qué se prohíbe esto", dijo y todos aplaudieron. Hablaba del proyecto de Aníbal Fernández para despenalizar el consumo de marihuana. Y todo con un público que lo adoró, que cantó, que saltó y que fue bien diverso. Y que lo acompañó siempre. Tanto, que lo obligó a un bis y le entregó una larga ovación, un fuerte abrazo. Enorme, de hecho.

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