CIUDAD DE MÉXICO (DPA) -Con los 75 años recién estrenados (hoy mismo), el mexicano Sergio Pitol, premio Cervantes 2005, sigue refugiándose en la literatura tal como lo hizo en su niñez.
El autor de "El arte de la fuga" indicó que, al igual que cuando vivía en el extranjero, a menudo escapa del trajín citadino "para leer a una cabaña que tiene a las afueras de Xalapa con sus perros". Pero, cuando "sus problemas" se lo permiten trabaja a paso lento en una novela sobre las mujeres.
Muy pequeño, Sergio Pitol (Puebla, 1933) perdió a sus padres y a su hermana. Su abuela y una niñez enfermiza le descubrieron el mundo de la literatura de la que ya no se desprendería. Su primera influencia y la única que ha aceptado "conscientemente" fue la del estadounidense William Faulkner de quien le fascinó "su lenguaje oblicuo, elíptico y serpenteante, el idioma de los negros de los estados del Sur, de los burdeles, hasta el de los idiotas". Pero también aceptó que el alemán Thomas Mann y "escritores del Siglo de Oro español y el de las Luces, el esperpento, tanto el de Galdós como el de Valle-Inclán y toda la escritura que está a la sombra de Goya" han sido fuente de inspiración, dijo.
Hoy Sergio Pitol es un autor latinoamericano de culto, ganador de premios como el Juan Rulfo (1999) o el Roger Caillois (2006), y condecoraciones de Polonia y la Universidad Nacional Autónoma de México, donde estudió derecho y filosofía. Su trabajo no sólo ha girado en torno a la pluma. Ha sido docente, lingüista, investigador y diplomático. Gracias a su dominio de siete lenguas ha traducido obras de Anton Chéjov o Joseph Conrad y conoce a fondo la literatura eslava. Una de sus grandes pasiones es la dramaturgia "Desde niño leí teatro. Como estudiante, el mayor placer me lo producía ir al teatro", planteó.
Pero el cine y la vida real también son punto de partida para su basta producción entre la que se encuentran, "Antología de cuento polaco", "El tañido de una flauta", "Vals de Mefisto" y "Trilogía de la memoria".
Según él mismo, el aspecto físico de buena parte de sus personajes ha surgido de la observación de perfectos desconocidos que ha encontrado en un café o un restaurante.
La escritora Elena Poniatowska describe a Pitol como un "viajero que toma sus viajes como telón de libros, novelas o cuentos". Además de su agilidad narrativa, otra característica de su escritura es la parodia, recurso que descubrió en su juventud al lado de su amigo y compañero de universidad, el cronista e intelectual Carlos Monsiváis. Juntos comentaban "los sucesos del mundo, la historia o su vida pasada lo que adquiría de inmediato un tono disparatado y esperpéntico, que irritaba a mucha gente".
En retrospectiva, para Sergio Pitol no todo ha sido trágico, también hubo gratificaciones como el premio Cervantes, "lo mejor que me ha pasado en la vida literaria"