Una desconocida senda de amenazas y acechanzas se impone en el oficialismo. Hoy, la política es un escenario de lucha libre contra extraños y entre propios.
Esta peligrosa esencia merodea el Estado, mientras los servicios públicos continúan con iguales y mayores carencias.
Hay que remontarse a fines del 2007 para recuperar la primera desmesura dialéctica.
"Puedo destruir a todo aquel candidato que saque la cabeza antes de tiempo", declaró el gobernador Miguel Saiz a "Río Negro". El mensaje no fue inocente y tenía destino interno. No identificaba destinatarios, pero media docena de dirigentes tomó nota.
Esa advertencia pública se cumplía cuando recién comenzaba su segundo mandato de cuatro años. Una declamación que simbolizó toda una devaluación de poder y de autoridad.
Otras acciones posteriores fueron ratificando esa volatilidad. La dispersión gubernamental se acentúa porque faltan referencias y ni siquiera hay partido. Son varias las recetas para salir de la encrucijada.
Hay marchas de puro pragmatismo y otras de puro voluntarismo.
Saiz hizo propio el anhelo del ex presidente Kirchner de que los radicales K se organicen en partidos provinciales. Hasta ahora, nunca dudó frente a los pedidos del poder nacional. No dudó la última semana cuando se le requirió una declaración crítica por el reclamo de Mauricio Macri de financiamiento federal para su policía de la Capital Federal. Tampoco puso reparo -a pesar de sus pensamientos- cuando el ministro Juan Carlos Tedesco le solicitó el miércoles que insistiera en la negociación con la Unter. Horas después, la provincia volvió a la paritaria, a la que había renunciado días antes por diferencias con la conducción gremial.
Esa fidelidad del gobernador al kirchnerismo no tiene retorno y poco espacio encuentra en el radicalismo. Saiz descree del proceso interno de la UCR, pero lo intentará. Ahí radica su estrategia. "Si no nos aceptan las condiciones, nos están echando", dijo. El nuevo camino será un partido provincial.
El vicegobernador Bautista Mendioroz estableció su límite. "No me voy de la UCR ni que me echen", enfatizó ante los medios. Ya le había adelantado a Saiz. No es el único. Similar reparo planteó Jorge Ferreira, quien volvió esta semana a sentarse frente al mandatario después de meses de estar distanciados.
Ni el vice ni el intendente estuvo ayer en Junín para participar con Saiz del lanzamiento del sector interno. Aquéllos lideran a quienes se aferran a la UCR, imponiendo un rol interno reparador y autónomo del kirchnerismo.
Hoy, esa meta sólo es un deseo porque se imponen otras certezas. A cinco meses de las elecciones de octubre, no hay avance en la reinserción en la UCR. El ensayo de Bariloche sólo puede ayudar si concluye en un triunfo municipal de esa fuerza. Se forzó un acuerdo entre radicales pero, por ahora, poco más ofrece. Por caso, Saiz resiste que Marcelo Cascón acepte encabezar la lista 3 de la UCR, pues la intervención no quiso sumarse a la boleta de la Concertación. Cascón priorizará la recolección de votos y desoirá el reclamo de Saiz.
Un canal abrió el senador Pablo Verani. El rionegrino se reunió con su par mendocino Ernesto Sanz, baluarte de la orgánica radical. El resultado fue modesto: hablaron de la reorganización y de una comisión para evaluar el mecanismo. Habrá otras reuniones.
El tiempo machaca una resolución. ¿Qué pasará si la UCR rionegrina continúa intervenida durante mucho más tiempo? "El oficialismo debe tener su estructura de contención", advierten los organizadores del partido provincial. Los otros asienten, pero aún resisten esa salida separatista. El oficialismo sigue girando en vacío.
Ese desamparo y la impronta de Saiz en el poder explican muchas situaciones, desde el aceleramiento de las candidaturas electorales para el 2011 hasta la exposición pública de las diferencias políticas.
La provincia quedó atenazada en los últimos días en un cuadro de cruzadas acusaciones veladas y gravísimas.
¿Qué se oculta en el poder?, se pregunta cualquier otro mortal. Es obvio que proyecta la existencia de manejos ocultos, alejándose del cuadro de la legalidad y la transparencia exigidas para un gobierno en un sistema republicano.
Hay reproches reservados por expedientes o acciones sospechosas. Pero, las mejores evidencias son los recientes dichos públicos. Estas disputas insinúan hechos que son desconocidos para la sociedad, pero que los políticos utilizan de amenaza o de presión en el sometimiento de un silencio cómplice entre quienes comparten responsabilidades de conducción.
Ejemplos: ¿qué quiso decir el legislador Daniel Sartor en la Legislatura cuando, para mostrar su enojo con la defensora del Pueblo, Ana Piccinini, le enrostró que hablara poco de Educación? Alguien puede suponer que aludía a trabajos contratados por esa cartera al esposo de la defensora, que es dueño de una empresa de construcción.
¿A qué "desastre administrativo" aludió Mario De Rege cuando le cuestionó a Iván Lazzeri su paso por Gobierno? ¿Por qué agregó que el ex ministro tiene "suerte que el Tribunal de Cuentas no haya intervenido más activamente"?
¿Qué quiso decir Iván Lazzeri cuando le respondió a De Rege que "todos nosotros tenemos prolijo registro" de "procederes peores" del ex vice?
¿Qué insinúa el intendente Carlos Soria cuando insiste en su nota al gobernador que no quiere hacerle "perder horas de distracción"? Antes, Saiz lo acusó de "actuaciones y lamentables puestas en escenas", que con un "enfoque equivocado conspira contra las instituciones y contra la democracia?"
Hurgan, desafían y ocultan. Nunca queda claro el límite entre lo aparente y lo real.
Tampoco se sabe si, con las veladas amenazas, se alude a que los funcionarios no siempre se ocupan del cumplimiento de la ley y sus obligaciones para beneficiar a la sociedad.
Esta alterada prioridad es la explicación a que el gobernador y los intendentes del PJ frustraran el encuentro institucional del miércoles. El anterior fue hace un año.
¿Qué cosa más importante ocupaba a Saiz en ese momento para no asistir? o ¿que trámite los apuró a los jefes comunales para retirarse inmediatamente?
Simplemente, todo fue producto del indiferente y falaz mundo de los gestos políticos.
ADRIÁN PECOLLO
pecollowa@yahoo.com.ar