Sábado 15 de Marzo de 2008 Edicion impresa pag. 44 > Cultura y Espectaculos
Cuando el tiempo es enemigo del amor
Hoy se estrena "Perpetuo amor", de Rafael Otegui.

NEUQUÉN (AN).- Se pasó la vida de un lado a otro, buscando un sentido, una razón, algo que lo desprendiera de ese torbellino de nada en el que se estuvo inmerso durante años. En ese derrotero, Antonio se cruzó con la joven Emilia y fue su presencia intermitente la que marcó su tiempo futuro.

Emilia y Antonio son los protagonistas de la obra "Perpetuo amor" de Rafael Otegui, que se presentará hoy y mañana, a las 22 en el Ámbito Histrión, ubicado en Chubut 240. El 29 y 30 de marzo se realizarán dos nuevas funciones, en el mismo horario y lugar. La pieza que conjuga teatro y danza, está dirigida por Carlos Barro y actuada por Pablo Di Lorenzo, Mariel Suárez, Guadalupe Lazaroni y Alejandra Kasjan. También serán de la partida las bailarinas Yamilé Marín y Laura Lagos.

"Perpetuo amor" fue escrita por Otegui basándose en un cuento de Horacio Quiroga. Y fue una de las doce piezas premiadas en el 2001 por el Instituto Nacional de Teatro, en el marco de un concurso nacional en homenaje a los 20 años del Teatro Abierto. La obra nunca se puso en escena hasta que Carlos Barro comenzó a imaginarla en todos sus detalles.

La pieza original sufrió entonces algunos pequeños cambios en su dramaturgia, se le incluyeron algunos textos, algunas escenas

nuevas y una que otra poesía. Pero lo que sin duda le da a "Perpetuo amor" un aire distintivo es la participación de la danza en la narración de la historia. "Esta obra tiene una gran poesía, era más que nada para hacer un cortometraje por la fragmentación de escenas que tiene y por las imágenes tan nítidas. Se me ocurrió que la danza sería lo indicado para unir todos los elementos. Hay más elementos de teatro que de danza, pero la danza enriqueció la parte visual", explicó el director.

El argumento de la obra es sencillo en un principio, el amor puro pero irrealizable entre un hombre y una mujer; pero de una profundidad emocional conmovedora. Apela a una búsqueda interior que es tan afín a cualquier ser humano.

El tiempo de la obra es el tiempo de toda una vida, la vida de Emilia y Antonio. El es un hombre que desde Buenos Aires llega a los campos cordilleranos de Neuquén en busca de una razón que ordene su vida; no lo encuentra, regresa a la capital, allí tampoco se siente él mismo y retorna a la cordillera. En esas idas y vueltas conoce a Emilia, joven, bella y una de las tres hijas de una viuda. A lo largo de toda una vida, en ellos se va anidando un profundo afecto, simpatía, cariño que se luego se transforma en un amor profundo.

Ellos jamás se atreven a confesárselo al otro, cada uno esconde en su interior el deseo de gritarlo pero no lo hace. Cada uno de ellos deja que ese amor crezca y se cultive en las oscuras profundidades del alma. "Las convenciones sociales, las circunstancias de la vida, los prejuicios, la diferencia de edad impiden que ese amor tan grande llegue a manifestarse realmente como lo que es", agregó Otegui.

Pero el destino, que tiene sus propias razones, genera un hecho inesperado en la vida de Emilia y Antonio, que los empujará a tomar las riendas de su futuro. Tal vez aun habrá tiempo para algo más, tal vez sea ya demasiado tarde o tal vez ya no quede nada más. Quizás es hora de empezar a hacerse cargo. Quizás la esperanza sea el camino.

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