Jueves 13 de Marzo de 2008 Edicion impresa pag. 23 > Internacionales
Escándalo sexual: dimite gobernador neoyorquino
Eliot Spitzer era cliente de una red de prostitución. El moralista ex fiscal ve terminada promisoria carrera.

WASHINGTON (DPA).- La carrera política de una de las figuras más prometedoras del partido demócrata se acabó ayer: El gobernador de Nueva York, Eliot Spitzer, anunció su dimisión por su implicación en un escándalo de prostitución que podría constituir incluso un delito federal.

Spitzer, un antiguo fiscal de Nueva York que construyó su carrera basada primeramente en la ética, pidió disculpas a su familia y a todos los neoyorquinos.

"Pido perdón sinceramente", afirmó en una declaración leída. "En el transcurso de mi vida pública insistí -creo que correctamente- en que las personas, independientemente de su posición o poder, deben asumir responsabilidades por su conducta. No puedo ni debo pedir menos de mí mismo", sentenció. Su dimisión será efectiva el lunes, cuando asumirá el cargo su segundo, David Paterson.

La proyección política de Spitzer, de 48 años, era enorme. Incluso se rumoreó que podría acompañar a Hillary Clinton como su candidato a vicepresidente si la senadora por Nueva York se alzaba con la nominación del partido. De hecho, la renuncia de Spitzer le quita un voto a Clinton para la convención demócrata: Spitzer era uno de los 796 "Superdelegados" y ya había comprometido públicamente su voto para la ex primera dama. El escándalo, al que el gobernador no se refirió directamente, estalló el lunes, cuando el diario "The New York Times" publicó que Spitzer fue grabado por agentes federales negociando por teléfono para contratar con los servicios de una prostituta. Los agentes investigaban una red de proxenetismo llamada Emperors Club VIP, que supuestamente gestionaba prostitutas de lujo en Nueva York, Miami, Washington, Londres, Los Ángeles y París.

El "Cliente 9" contrató los servicios de "Kristen", una joven por la que pagó 4.300 dólares -viáticos incluidos- para un encuentro el 13 de febrero pasado, víspera de San Valentín, en un hotel de Washington. Según las conversaciones grabadas por los agentes federales, "Kristen" no era la primera contratada por Spitzer, que habría gastado hasta 80.000 dólares en prostitutas.

El escudo moral que Spitzer esgrimió durante su ascendente carrera política se convirtió en arma de doble filo cuando la opinión se enteró de que el gobernador frecuentaba meretrices de lujo en sus ratos de ocio. Spitzer invocaba a menudo la "traición de la confianza pública" y la "moral" para combatir los crímenes financieros en Wall Street.

La oposición republicana en el estado presionó a Spitzer para que presentase su dimisión e incluso amenazó procesarlo. No hizo falta: con su esposa a su lado, leyendo rápido y apretando los labios el fiscal Spitzer firmó ayer su propia sentencia.

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