En reiteradas oportunidades el jefe del Comando Central estadounidense, William Fallon, se manifestó públicamente en contra del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y del secretario de Defensa Robert Gates.
Ahora decidió dar un paso al costado, algo que lamentó explícitamente Gates, si bien nadie le cree. Fallon, de 63 años, decidió renunciar por voluntad propia, pero en Washington era hoy un secreto a voces que iba a tener que dejar el cargo tarde o temprano, posiblemente más temprano, porque se está frente a importantes decisiones respecto de la política de Irak que él apoya sólo parcialmente.
Desde hace algún tiempo, había en el Pentágono especulaciones sobre un disciplinamiento del almirante, que se negaba a callar sus críticas. Una y otra vez sostenía que Irak acaparaba "una medida excesiva" de atención y que Estados Unidos estaba obsesionado por el problema Irak.
Fallon pedía una retirada más rápida de tropas y que se realizaran esfuerzos por incorporar a Irán a la comunidad internacional a través del diálogo. Por último lo hizo en un artículo aparecido la semana pasada en una revista, lo que colmó el vaso. La solución diplomática fue: se va y nadie lo retiene.
La verdadera magnitud de las diferencias, pese a todas las desmentidas de que había "significativas diferencias de opinión", quedó evidenciada por el moderado elogio realizado el martes por la Casa Blanca en relación con los servicios prestados por Fallon.
El almirante sirvió a su país con honor y entrega y tuvo una "participación considerable" en los progresos logrados en Irak y Afganistán, señalaron desde Washington. Hasta el personal de limpieza en la Casa Blanca recibió palabras más amables en una despedida, se burló hoy un comentarista de CNN.
Al igual que la emisora, otros medios lanzaron la inquietud acerca de si realmente el gobierno estadounidense se hizo un favor con el alejamiento del militar. No sólo porque Fallon deja, según la opinión de muchos expertos, un vacío en una región crítica. También tenía, por ejemplo, un papel importante en la relación con Pakistán: era un pilar de los esfuerzos norteamericanos por apoyar a los militares paquistaníes en la lucha contra los extremistas islámicos en la frontera con Afganistán. Aún más dañino es, para los expertos, que el gobierno estadounidense esté una vez más bajo sospecha de hacer callar a sus críticos. Justamente en relación con el conflicto de Irak, la Casa Blanca fue acusada de haber escuchado sólo a los asesores que tenían el discurso del gobierno.
También los demócratas se sumaron a las críticas. Es preocupante que Fallon haya sentido necesario renunciar, dijo el senador Edward Kennedy. Si los comandantes no se sienten libres de discrepar con el presidente, "suenan vacías las afirmaciones de Bush de que (en la guerra en Irak) escucha a los comandantes en el terreno", añadió.
Sin embargo, Bush escucha a un comandante, pero ése no es Fallon sino el general David Petraeus, el comandante supremo de las tropas estadounidenses en Irak.
El presidente lo envió para implementar el aumento de las tropas dispuesto en 30.000 soldados para contener la violencia ante todo en Bagdad.
Petraeus es un decisivo defensor de la medida y está en contra de grandes reducciones de tropas, mientras que Fallon abogaba por una retirada rápida. Ambas partes, ya se decía desde mucho tiempo atrás, no se soportaban y se descalificaban reiteradamente. En unos pocos días, Petraeus presentará ante el Congreso un nuevo informe sobre el desarrollo de la situación en Irak.
Además próximamente deberá comenzar negociaciones con la dirigencia iraquí sobre el futuro estatus de las tropas estadounidenses en el país del Golfo. Ante este trasfondo, no sólo los demócratas sospechan que el momento de la renuncia de Fallon no fue casual.
"Justo en esta fase no se querían tener maniobras perturbadoras de su parte", opinó un comentarista de la emisora MSNBC. Y una cosa más: es conocido que el presidente estima por sobre todas las cosas la lealtad y la recompensa. Desde hace mucho tiempo hay rumores de que antes de que finalice su mandato, en enero de 2009, Bush quiere colocar a Petraeus en un puesto más alto. Y ése podría ser el cargo que hasta ahora tenía Fallon.
GABRIELE CHWALLEK
DPA