CIPOLLETTI (AC).- Le advirtieron que sus dichos no coincidían con lo que había declarado, pero no hubo resultado. Siguió siendo reticente. Le informaron después que el fiscal iba a pedir que se lo investigara por presunto falso testimonio. Y tampoco. Recién luego de llevarlo un tiempo afuera del recinto con custodia policial para que "pensara si se acordaba de algo más", le pidió al Tribunal que los imputados salieran de la sala y ratificó la frase esencial que había dicho en la instrucción: que en la noche del asesinato Facundo "Mascarita" Herrera le dijo: "Sacame de acá porque está todo pinchado".
El relato de Hernán Gabriel González empezó a ilustrarle a los integrantes de la Cámara Segunda del Crimen cuáles fueron las actitudes de dos de los tres imputados después del homicidio del productor Ricardo Suriani.
González comentó que el 23 de diciembre de 2004 un joven de apellido Montoya fue a buscarlo y le dijo que Luis Carilao (el otro procesado) lo necesitaba. No fue Carilao personalmente pese a que vivía enfrente en el barrio Puente 83 sino que envió a Montoya. Según González, Carilao le pidió que llevara en su moto a Herrera "hasta Cipolletti" porque "se le había pinchado la bici". Era lo único que se había "pinchado" hasta entonces en su declaración de ayer hasta que le hicieron notar que podía quedar con una causa penal en su contra.
González aseguró que dejaron la bicicleta en la casa de Natalio Barrera Sandoval (el hombre que absolvieron por el delito de encubrimiento) y que de allí fueron en moto hacia la ruta, donde los interceptó la policía.
Aseguró que le cruzaron el auto, lo apuntaron con un arma y ambos cayeron. "Mascarita" salió corriendo y él fue detenido. "Me pegaron", denunció ante el Tribunal.
En varios puntos de su testimonio en la instrucción el testigo fue reticente. Si bien el fiscal Ricardo Maggi había requerido que se enviaran copias de las actas a la fiscalía de turno, finalmente desistió ante los aportes que efectuó González.
Lo fundamental es que "Mascarita" le pidió que lo sacara del barrio porque estaba "todo pinchado" y que tras la aprehensión policial, él interpretó con esa frase que algo malo había sucedido.
También declaró ayer el policía Mario José Calabrano, quien el día del allanamiento en la vivienda de Herrera, en el barrio Anai Mapu, estaba custodiando el sector posterior de la propiedad cuando vio que desde un patio aledaño arrojaban algo. Era una mochila con prendas de vestir y calzado (que comprometieron a Herrera).
La primera testigo que ingresó al recinto fue la viuda de Suriani, Aydeé Paredes. Su testimonio fue corto porque las partes no se empecinaron en realizarle preguntas, pese a que ella estaba con la víctima el día del homicidio.
"Me acuerdo perfecto", empezó diciéndole a los jueces. Relató, como lo hizo en el juicio anterior, que estaban por cenar en el quincho cuando su esposo salió a buscar una botella de vino a una heladera que tenían en el alero exterior. "Pasaron unos segundos nada más. Yo siento que me llama", mencionó. Suriani ya había sufrido los disparos mortales. Ella volvió a decir que vio "dos cuerpos" que huían en la oscuridad.