Una frase recorre el fútbol argentino: "El fútbol que le gusta a la gente...". No se le conoce origen ni autor, pero aparece siempre que los paladares se cruzan y traban polémica.
Siempre se la ubicó del lado de la gambeta y el pase corto. Lo otro era el "antifútbol", concepto ligado al resultado como el fin que justifica todos los medios.
Pero ni una ni otra idea representa demasiado. Son más bien idealizaciones sobre lo que a cada uno más o menos le gusta ver cuando se pone delante de un partido de fútbol.
¿De qué se trata jugar bien? De interpretar lo más fielmente posible las ideas del entrenador, cualesquiera sean éstas, siempre que sean leales.
A River le cuesta demasiado interpretar las ideas de su entrenador, Diego Simeone. Tanto como a Boca y a Vélez le costaron interpretar las de Ricardo La Volpe, cuando éste los dirigió.
Hay formas y formas de jugar bien, pero todas deben apuntar al triunfo, que es lo que todos quieren, sean "líricos" o "esquemáticos". Entonces, con o sin gambeta, equipo que gana, entonces gusta. Pues nadie le recrimina a un entrenador que va primero.
Cuando las cosas van mal, siempre se pide más "huevo", nunca más "fútbol". Ayer, durante la práctica de Independiente, la primera tras el empate del domingo ante Boca (1-1), en La Bombonera, un grupo de hinchas colgó una bandera tan hiriente como realista: "Con + huevo se ganaba", decía. Esos hinchas son los mismos que idolatran a Bochini, que puso fútbol durante 20 años e Independiente vaya si ganó. Incluso en La Bombonera.
Otra idea: un 0-0 es el partido perfecto. Pues no. Además de aburrido, ese partido fue perfecto para las defensas, pero no para los ataques. Si no, un 5-5 también sería el partido perfecto, sólo que a la inversa. El verdadero partido perfecto habita en un solo jugador: Diego Maradona, él también una idealización.
JUAN MOCCIARO
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