Lunes 10 de Marzo de 2008 > Carta de Lectores
La espiral de la muerte

No se equivocan los que dicen que en el conflicto entre Israel y los árabes la violencia genera más violencia y que era inevitable que la reacción israelí frente a los ataques constantes con cohetes procedentes de Gaza provocara una réplica contundente por parte de Hamas, pero cortar la espiral así supuesta antes de que estalle una nueva guerra en gran escala dista de ser tan fácil como muchos quisieran creer. Mientras que Israel cesaría sus operativos en Gaza en seguida si Hamas dejara de permitir que se disparen misiles contra su territorio, una decisión unilateral israelí de adoptar una actitud pasiva sólo serviría para que la agrupación terrorista que manda en la franja celebrara lo que tomaría por un triunfo épico para entonces redoblar sus esfuerzos por destruir el Estado judío. Si hubo dudas en cuanto a las intenciones de Hamas, lo que sucedió el jueves pasado debería haberlas eliminado. Además de reivindicar la matanza de ocho alumnos adolescentes desarmados de un colegio rabínico en Jerusalén, calificó de un "ataque heroico" lo que para todas las personas civilizadas fue un crimen atroz miserable. Y, como si esto no fuera suficiente, en Gaza la gente hizo gala de su júbilo festejando en la calle la matanza. De haberse tratado de la emboscada exitosa de una patrulla militar israelí tanto regodeo sería comprensible, pero celebrar así el asesinato de jóvenes indefensos es imperdonable.

Pues bien: cuando el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono en setiembre del 2001, las autoridades palestinas hicieron todo cuanto pudieron por impedir que se difundieran internacionalmente las escenas de júbilo que se produjeron en Gaza y Cisjordania antes de que fueran reprimidas por entender que podrían costarles la ayuda multimillonaria que recibían de Estados Unidos y la Unión Europea. Con la colaboración de los gobiernos occidentales y los medios de difusión más importantes, lograron su propósito. En cambio Hamas, lejos de intentar brindar la impresión de querer la paz atribuyendo la matanza a una facción incontrolable, no vaciló en declararse no meramente responsable sino también muy orgulloso de haber causado la muerte de los estudiantes israelíes. Más sensato y más consciente de la importancia de la opinión pública internacional que propende a ser hostil a Israel, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, afirmó que "condenamos todos los atentados dirigidos contra civiles, sean palestinos o israelíes".

Es probable que la postura despiadada que fue asumida por Hamas incida mucho más que el atentado mismo en la futura política israelí. Debilitará a quienes están dispuestos a hacer concesiones a Hamas, aceptando incluirlo en las negociaciones de paz que a pesar de todo aún están en marcha, al recordarles que su país enfrenta un enemigo que está preparado para ir a cualquier extremo a fin de derrotarlo, uno que no respeta ninguna regla que otros, con sinceridad o sin ella, dicen procurar acatar y que, inspirándose en ciertas doctrinas religiosas, reclama la aniquilación total del "ente sionista". Por lo demás, será aún más difícil que antes para la mayoría de los israelíes sentir simpatía por los habitantes de la Franja de Gaza que, después de todo, en elecciones libres eligieron a Hamas para gobernarlos. Aunque los israelíes han sido criticados con virulencia por sectores de la "comunidad internacional" por controlar vigorosamente la frontera con Gaza y por sólo permitir la entrada de bienes esenciales, sorprendería que abandonaran la política de tratar de mantener aislado el territorio regido por Hamas. Antes bien, se intensificará la tentación de sellar la frontera por completo, limitándose a emprender incursiones para castigar a los responsables de los ataques con cohetes, para dejar la eventual mitigación de la crisis humanitaria en la zona en manos de los países árabes, muchos de los cuales rebosan de recursos financieros merced a la venta de petróleo. Puesto que Egipto colinda con Gaza, les será fácil inundar la franja de ayuda humanitaria para sus congéneres, pero por razones políticas les conviene hacer pensar que Israel es en última instancia el único responsable del destino de quienes viven bajo un régimen terrorista y es deber de los países occidentales, en especial Estados Unidos y la Unión Europea, subsidiarlos.

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