NUEVA YORK (DPA).- George Clooney ha probado que cuenta con el talento suficiente para encarar cualquier tipo de proyecto. Pero más importante aún, el actor, director y productor cuenta con el tipo de atractivo en la pantalla que lo convierte en un galán atemporal.
Al igual que algunas de las estrellas de Hollywood que pasaron a la historia, como Cary Grant, Humphrey Bogart o Clark Gable, Clooney saltó a la fama internacional no sólo por su calidad de actor sino también por su habilidad para interpretar personajes de cualquier era.
En su último largometraje, la comedia romántica "Leatherheads", que será estrenada en Estados Unidos el próximo 4 de abril, Clooney encarna a un héroe del fútbol americano en 1925, que compite con un jugador más joven por el amor de una periodista (Renée Zellweger).
Clooney ha interpretado durante su carrera prácticamente a un personaje de cada década del siglo XX: la depresión de los años 30, en el filme de los hermanos Coen "Dónde estás hermano", la guerra del 40, en el filme de Steven Soderbergh "El buen alemán", la era McCarthy del '50 en "Buenas noches, buena suerte" y los años '60 y '70 en "Confesiones de una mente peligrosa".
Según el actor, no se debe a la nostalgia de tiempos pasados sino a su pasión por buscar buen material para cine, lo que lo llevó a interpretar personajes de diferentes épocas.
"Creo que todos pensamos que el mundo era mejor en épocas pasadas, más fácil, menos complicado. Pero el hecho de que haya participado en varias películas ambientadas en diferentes décadas no fue una decisión consciente sino una simple casualidad", dijo el actor en una entrevista reciente con el diario "The New York Times".
"Además, hice algunas películas ambientadas en la actualidad que no resultaron muy buenas", por esta razón decidió buscar otras opciones, confesó Clooney.
Por otra parte, el artista, que cuenta con su propia compañía productora, reconoce que Hollywood ya no hace más el tipo de películas inteligentes que solía hacer.
Irónicamente, algunas de las actuaciones más memorables de Clooney se hallan en películas que transcurren en la actualidad y que tienen que ver con una serie de temas sumamente actuales. El actor ganó un premio Oscar a la mejor actuación de reparto por su trabajo en "Syriana", estrenada en el 2005, en la que interpreta a un agente de la CIA en el Cercano Oriente y fue nominado este año por su protagónico en el filme de intrigas empresariales "Michael Clayton", en el papel de un abogado.
Asimismo, el actor no oculta su pasión por las causas humanitarias y políticas. Clooney respalda hace años una campaña para detener la violencia en el conflicto de Darfur y recientemente se unió a las Naciones Unidas como mensajero de la paz. Clooney, cuyo padre fue un reconocido periodista estadounidense, tiene un estilo frontal y honesto, poco común entre las celebridades de Hollywood.
"Ya no se ven películas como los clásicos de los años '70", dijo y criticó los largometrajes predecibles y poco creativos que salen de Hollywood. Incluso reconoció haber participado en algunos de ellos, como el caso de "El pacificador", estrenado en 1997, junto a Nicole Kidman, en el que intenta salvar a Nueva York de una bomba nuclear.
"Al principio, pensé que tenía elementos que podían funcionar, pero después se convirtió simplemente en una película de acción", dijo.
Lo mismo opinó de su comedia romántica "Un día especial", junto a Michelle Pfeiffer. "Cuando empieza la película, uno sabe exactamente cómo va a terminar", afirmó.
Tras varias experiencias similares, Clooney decidió replantearse el rumbo de su carrera. "El siguiente filme que hice fue 'La tormenta perfecta'. Por lo menos todos mueren al final", dijo con buen sentido del humor.
Más tarde, el actor comenzó a experimentar en territorio desconocido, primero bajo las órdenes de los hermanos Coen y más tarde junto a Steven Soderbergh, todos ellos reconocidos cineastas independientes.
Junto a este último, realizó las tres entregas de "La gran estafa", inspirado en los años en que Sinatra y sus cómplices dominaban la escena de Las Vegas.
Los largometrajes, que cuentan con las actuaciones de un gran elenco, entre ellos Brad Pitt y Matt Damon, se convirtieron en una especie de pasatiempo para sus protagonistas.
Es evidente en la pantalla que todos ellos regresaron al set de producción en tres ocasiones para revivir la camaradería y amistad que desarrollaron durante la primera entrega del filme.
Además, sus estadías en Las Vegas lo recompensaron en más de una forma. Tras varios años de ser considerado uno de los solteros más codiciados de Hollywood, el actor conoció a su actual pareja, Sarah Larson, una ex mesera de un hotel.