Domingo 09 de Marzo de 2008 Edicion impresa pag. 42 > Cultura y Espectaculos
GIOCONDA BELLI ¿Y si el paraíso fuera el final y no el principio de todas las cosas?
La escritora habla de su nuevo libro "El infinito en la palma de la mano".

MADRID (DPA).- ¿Quién dijo que el paraíso que habitaron Adán y Eva fue el principio y no el final, que la fruta prohibida fue una manzana y no un higo y que morderla un pecado y no un impulso de curiosidad responsable que provocó la creación?

La escritora nicaragüense Gioconda Belli (Managua, 1948), con una amplia trayectoria literaria a sus espaldas, vuelve a los orígenes del mundo para reescribir el Génesis bíblico en su nuevo libro "El infinito en la palma de la mano", que fue galardonado con el Premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral.

Belli escogió un verso del poeta William Blake para titular esta obra que toma el mito fundacional de nuestra cultura para releerlo desde otra perspectiva, no religiosa, aunque pese a todo, reconoce la existencia de un creador, llamado Elokim. "Yo no soy religiosa, pero no he pretendido ofender a nadie con mi fábula", contó la autora.

"He reconstruido la historia de la 'culpabilidad' de Eva, en la que se basó la marginalidad histórica de la mujer, por ser la 'responsable' de que se nos arrojara del paraíso, por abandonarse a un acto de curiosidad: fue a Eva a quien le tocó tomar en sus manos y hacerse responsable del infinito, empezar el mundo e iniciar el tiempo. Fue ella la que se atrevió al desafío", explica Belli que, pese a que admite que el Adán de su obra es "buena gente", no puede negar el protagonismo y su admiración por Eva.

La primera mujer, Eva, no es nueva en la obra de la nicaragüense, que se siente fascinada por ese personaje desde hace ya mucho tiempo. No en vano cuenta con un poemario titulado "De la Costilla de Eva" y en los años '70 firmó con el seudónimo de "Eva Salvatierra". "Todas las mujeres somos Eva: somos impulso vital, intuición, curiosidad y se nos presenta el desafío de poder administrar nuestra libertad, sabiduría y capacidad de decisión sobre cómo queremos vivir".

Con una aguda intuición femenina, Belli pone voz a esa primera mujer y ese primer hombre que habitaron la tierra en forma de prosa poética para hacernos sentir los orígenes desde la inocencia completa y descubrir la condición humana desprovistos de conocimiento alguno: el hallazgo de la noche y el día, del hambre y la sed, del placer y el dolor en todas sus formas o la crueldad de la necesidad de matar para morir. En definitiva, la dicotomía bien-mal como base de la esencia del mundo.

Un descubrimiento que se realiza siempre con el asesoramiento de la Serpiente tentadora, "un personaje muy divertido que creé porque la imagen de Dios no tiene sentido sin un lado serpiente,

porque prefería una imagen de un creador más ambiguo, no todo bondad, más parecido a nosotros mismos".

La obra presenta la identidad masculina y femenina en su estado más puro, sin roles, como los que existen hoy, "ambos estaban abiertos, eran inocentes, pero fueron creando los roles, definidos también por sus diferencias biológicas".

La idea surgió de unos libros apócrifos con los que se topó casualmente la autora, que hablaban de lo que pasó después de que Adán y Eva fueran expulsados del paraíso. "La literatura judaica y los manuscritos del Mar Muerto, entre otros, me hicieron descubrir que Caín y Abel tenían hermanas gemelas y la lucha por una de ellas me pareció un motivo mucho más lógico de su rivalidad que el que presenta la Biblia". En esos documentos descubrió también que la fruta prohibida no era una manzana, sino un higo. "Aún hoy se discute sobre qué tipo de fruta era, pero todo indica que era un higo, pues el árbol del Conocimiento era una higuera y debía de tener un fruto necesariamente jugoso, pues los documentos dicen que Eva dio de beber el jugo a los animales".

Pese a recrear esta historia y dotarla de un sorprendente final que puede interpretarse como un intento de reconciliación entre las teorías míticas religiosas y la antropológica, Belli se reconoce darwiniana convencida. "Sólo pretendo fabular sobre lo que pudo ser un preámbulo al modo de desarrollo más factible", reconoce.

 

Política presente

 

Belli dedica esta novela a las víctimas de Irak, tras concluir en sus investigaciones que "era allí donde estuvo una vez el paraíso", un lugar de cruce de cuatro ríos que nos sitúan en el norte de Irak, cerca de la frontera con Turquía, un hecho que la autora siente como una enorme paradoja: "Donde existió el paraíso hubo después una guerra aséptica, donde los muertos son anónimos, un crimen terrible contra el pueblo iraquí". Y es que Belli no puede librarse de su compromiso político y no esconde sus ganas de que su próxima obra sea más política. La escritora, que asegura que necesita tiempo y distancia para no sesgar tanto su juicio, reconoce que el ascenso al poder del presidente nicaragüense, Daniel Ortega, supuso un impacto muy grande en términos humanos, afectando a su visión ideal y mística de cambio.

La ex sandinista, combatiente contra la dictadura de Anastasio Somoza, ocupó varios cargos partidarios y gubernamentales de la Revolución Sandinista en los años '80 y probó el sabor del exilio en México y Costa Rica. Ahora se siente desilusionada y no esconde su rechazo por un presidente "que giró 180 grados". "Todos se preguntan qué le pasó a Ortega", a quien considera muy limitado intelectualmente, un personaje "desvalido, con una "visión muy populista y excesivamente maquiavélica".

Belli destaca la "vocación autoritaria de Ortega" y su tendencia a "meterse donde no debería", como hizo recientemente con Colombia, calificando a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) como "compañeras", cuando esa guerrilla ha dejado de ser revolucionaria, considera Belli. "Ortega toma posiciones como si estuviéramos en los años '60, necesita una máquina del tiempo, que lo adelanten un poquito", ironiza la autora.

Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí