DANIEL MARZAL
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Los máximos referentes del kirchnerismo regional respiraron aliviados esta semana luego de sellar la unidad del Frente para la Victoria barilochense con Darío Barriga como candidato a la intendencia.
Desbaratados los fantasmas de ruptura, la entente del PJ, SUR y el Frente Grande no tiene sin embargo terreno trillado por delante. Existe ya un drenaje visible en el que hace punta el activo sector del PJ nucleado alrededor del sindicato mercantil. Sus miembros ya adelantaron que no votarán a Barriga.
Pero las tensiones provocadas hacia adentro del peronismo local por la renovación de la alianza con SUR (criterio impuesto por el senador Miguel Pichetto y el presidente provincial del partido Jorge Cejas), pueden multiplicar aun más la dispersión de votantes identificados con esa fuerza.
Es ilustrativo que el actual concejal por el socialismo, Francisco De Cesare, y la candidata a intendente por el ARI, Sandra Guerrero, sean afiliados del PJ. Otro peronista, Rodolfo Rodrigo, conformó su propio partido vecinal para pugnar por la intendencia y similar aspiración tiene la ex concejal y ex legisladora por el PJ, Ester Acuña.
El acuerdo alcanzado con SUR por el PJ pichettista y el FG (en su caso, con decisión avalada por asamblea de afiliados) no disuelve las críticas que muchos de sus dirigentes dispararon sobre el actual gobierno de Barriga.
El ahora candidato oficial del FpV se comprometió a "rediseñar" el futuro gabinete para abrir más espacios. Pero nada dijo por ahora de discutir y consensuar las políticas de gobierno, sobre las cuales repican muchos de los reproches.
De mantenerse ese clima, una gestión de Barriga con horizonte de cuatro años puede devenir en tormentas aun mayores.
Si los tres partidos fueron con lista unificada a la elección del año pasado fue porque la figura del ex intendente Alberto Icare funcionó como aglutinador. Su retiro de la política no deja heredero visible y es natural entonces que aparezcan sobre la mesa las diferencias de estilos y convicciones.
Una buena forma de reforzar la identidad del FpV pudo ser la convocatoria a las urnas para elegir el candidato. Pero el PJ y SUR desecharon esa vía. Los principios fundantes del FpV son de tal vaguedad que no resistirían una interna.
El Frente Grande había postulado para la intendencia a Julio Accavallo y terminó por ceder en favor de Barriga para no cargar con la culpa de romper el FpV y precipitar una derrota. Pero todo indica que se trata de una confluencia forzada, sin margen para discutir políticas de fondo.
Es cierto que hoy muchos partidos son apenas una caricatura. Y que hablar de ideologías tiene por estos días mala prensa. Pero no es ocioso pretender que las alianzas en política se tomen algunos minutos para buscar coincidencias en ese campo.
El estropeado proyecto del FpV mantiene su equilibrio inestable sólo por vocación de poder.
Tanto Accavallo como el PJ pretendidamente progresista deberían asumir que SUR funciona como la vertiente conservadora del FpV. En temas tan variados como las tarifas del transporte, la regulación del Casino, la alianza con la empresa CAPSA, el fraccionamiento de Las Victorias, el conflicto por El Redil, la política de SUR siempre inclinó la balanza hacia los intereses más poderosos. Esto sin hablar de la reciente reforma tributaria, en la que incumplió la promesa de corregir las iniquidades.
Disquisiciones todas que seguramente quedarán a un lado durante la liturgia preelectoral, tan cargada de banalidades y frases hechas. Pero que tarde o temprano darán la clave del rumbo elegido.