El cielo poco a poco se enrarece, muchos ven que va cobrando un color rojo intenso.
El cielo se cierra, se crispa absorto, en un infinito dolor.
A lo lejos, esa bella y eterna música sigue sonando sin parar.
Lágrimas caen en todos aquellos que todavía la recuerdan.
Ya la sangre inunda todo a nuestro alrededor.
Muerte, farsa, energías oscuras encubiertas en sangre, buscando dominar, buscando asustar, buscando inmovilizar. Y nosotros, atónitos, sin responder, sólo observando....
Y por fin el triste destino del fuerte acantilado que, cansado y débil, se va desmoronando y, piedra sobre piedra, va cayendo en silencio y lentamente sobre el inmenso y vacío océano del humilde hombre.
Roberto Savasta, DNI 14.251.572 - Bariloche