Sábado 08 de Marzo de 2008 Edicion impresa pag. 48 > Cultura y Espectaculos
Chabuca Granda, eterna y poco convencional
La compositora peruana rompió en su tiempo con las convenciones, tanto musicales como sociales. A 25 años de su muerte, sus canciones siguen presentes y traspasan las fronteras.

Hoy se cumplirán 25 años de la muerte de la gran compositora peruana Chabuca Granda, cuyas obras daban cuenta de la Lima antigua y señorial del 1800 en su primera etapa, para luego reivindicar la música afro-peruana.

El nombre completo de Chabuca, era Isabel Granda Larco, nacida el 3 de de 1920 en Cotabamba, Apurimac, Perú y falleció el 8 de marzo de 1983 en Miami.

Su nacimiento se produjo en una zona de minas de cobre ubicada en el departamento peruano de Apurimac. Comenzó a cantar a los 12 años, pero su despliegue personal como cantautora se inicia luego de su divorcio, que fue visto como un escándalo para la sociedad limeña de aquella época. El primer período de su producción creativa es netamente evocativo y pintoresco. "Chabuca" -este es el nombre con el que se hizo llamar- le canta a la Lima antigua señorial de fines del 1800. Es la ciudad que ella conoció a través de su padre, la del barrio del Barranco, de grandes casonas francesas, con inmensos portales y jardines de invierno.

A esta etapa pertenecen "Lima de veras", "La flor de la canela", "Fina estampa", "Gracia", "José Antonio", "Zeñó Manué" y muchas otras.

En aquel momento rompió con la estructura rítmica convencional del vals y sus melodías, de tesitura muy amplia, alternarán el nuevo lenguaje que propuso con el de los antiguos valses de salón. Su producción también revela una estrecha relación entre letra y melodía, que fue variando con el tiempo hacia una tendencia poética cada vez más sintética.

Luego, en una segunda parte de su carrera, quebrantará incluso las estructuras de la poesía convencional, y el ritmo de las canciones seguirá los pasos de esa evasión de las rimas, consonancias y métricas dadas. A este última etapa pertenece un ciclo de canciones dedicadas a la chilena Violeta Parra y a Javier Heraud, poeta peruano asesinado por la policía de la dictadura de Francisco Velasco Alvarado.

Mientras que en sus últimos años, armó un repertorio ligado al renacimiento de la música negra afro-peruana que, a pesar de haber estado presente a nivel popular, había sido denostada por razones sociales y raciales.

Manejó con maestría "negra" el abanico de ritmos que enriquecieron la música popular peruana y su poesía tomó el sesgo de la acuarela, el trazo sintético y sugerente de colores y sensaciones.

Murió por una disfunción cardíaca en una clínica Miami, en marzo del '83. Su voz y su vasta creación se extendieron más allá de las fronteras de su país, recreadas también por intérpretes de todo el mundo que han visto en sus obras una fina y sensible expresión de la música del Perú.

Fue muy amiga de pintores, poetas, periodistas, historiadores, artistas y se dice que organizaba en su casa reuniones muy simpáticas fungiendo siempre de buena anfitriona y era admiradora del cantautor cubano Pablo Milanés.

"Su música fue un legado para Latinoamérica, las letras nos pintaban el paisaje y además la magia de sus letras evadían todas las rimas posibles, una mujer increíble referente de la cultura de América", señaló Víctor Heredia en su recuerdo.

"Fue un motor inspirador en muchos creadores que siguieron sus pasos, junto a Violeta (Parra) y Víctor (Jara), lamentablemente todos fallecidos, fueron nuestros verdaderos maestros. Muchos de los que hoy componemos hemos aprehendido de su sabiduría y de sus vivencias", manifestó.

Chabuca Granda tuvo en sus últimos años un círculo de amigos músicos de raza negra a quienes estimaba mucho entre los que se contaban a Carlos "Caitro" Soto (percusión), Félix Casaverde (guitarra), Rodolfo Arteaga (percusión), junto a Álvaro Lagos (guitarra), Rubén Flores (cantante y padre del tenor Juan Diego Flores). Ella fue -juntamente con Nicomedes Santa Cruz- la principal impulsora del afro-peruanismo en la música, que aunque estuvo presente en el sentir popular no había llegado a los grandes escenarios. Entre sus principales composiciones se destacan: "Bello durmiente", "El gallo camarón", "Cardo o ceniza", "El dueño ausente", "El puente de los suspiros", "José Antonio", "Lima de veras" y "Señor Manué", entre muchas otras. (Télam)

Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí