Sábado 08 de Marzo de 2008 > Carta de Lectores
Un vecino quebradizo

Lo mismo que muchos otros mandatarios latinoamericanos a través de los años, el presidente boliviano Evo Morales se afirma resuelto a "refundar" su país, lo que es una forma de decir que quiere llevar a cabo cambios tan profundos que la Bolivia del futuro tenga muy poco en común con la nación paupérrima, dividida y violenta que lo eligió. Aunque dadas las circunstancias sus aspiraciones revolucionarias son comprensibles, a esta altura parece más probable que el resultado de una eventual "refundación" sea muy distinto del que se ha propuesto. Al promover vigorosamente los intereses de grupos étnicos y sociales determinados, Morales se las ha arreglado para brindarles a quienes se sienten tentados por el secesionismo todos los pretextos que necesitaban para reanudar su campaña contra el predominio político del Altiplano mayormente indígena. A pesar del intento de Morales de prohibir las consultas departamentales no aprobadas por el gobierno central, se prevé que en los meses próximos Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija los celebren con el propósito de legitimar los reclamos autonómicos. Si lo hacen, se intensificaría todavía más el riesgo de que se produzcan choques violentos, ya que -según un dirigente minero vinculado con Morales- "si es necesario vamos a tener que ir a Santa Cruz a reprimirlos" a los autonomistas, los que, en muchos casos, preferirían que sus departamentos se independizaran por completo a seguir soportando las presiones de un gobierno que según ellos se comporta como una dictadura.

En los meses últimos, el gobierno de Morales se ha aislado cada vez más de quienes no comparten sus puntos de vista. Hace algunos días, el mandatario boliviano convocó a dos referéndums, uno sobre el tamaño de los latifundios y otro sobre una Constitución nueva, luego de una sesión del Congreso de dudosa legalidad a la que una turba enfurecida, en la que había muchos hombres que esgrimían machetes y llevaban dinamita, impidió a la oposición asistir y en la que no hubo debate. Huelga decir que tanta prepotencia sólo sirvió para convencer a quienes no apoyan al presidente de que realmente es un dictador en ciernes contrario a los procedimientos democráticos y que por lo tanto tienen el pleno derecho a oponérsele con una campaña de "resistencia civil". Según el gobernador de Santa Cruz, Morales y sus simpatizantes "están llevando a fracturar el país", a convertirlo en una versión sudamericana de Yugoslavia. En efecto, tanto la declaración unilateral de independencia de Kosovo y, más importante aún, el apuro con el que Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania le abrieron las puertas de la "comunidad internacional", han incidido en el pensamiento de quienes sueñan con romper definitivamente con La Paz. Después de todo, se preguntan, si la flamante república de Kosovo fue aceptada en seguida por los países más poderosos, ¿por qué no tratarían del mismo modo a una hipotética república de Santa Cruz o una confederación de departamentos rebeldes?

Desgraciadamente para quienes quisieran conservar la unidad de Bolivia, un mapa de las fisuras étnicas, lingüísticas, sociales y económicas que la caracterizan se asemejaría bastante a uno administrativo, puesto que la población más pobre, más indígena y más revolucionaria está concentrada en los departamentos del oeste montañoso, donde los recursos materiales son menores, mientras que la más próspera, más europea y más reacia a tolerar las reformas drásticas propuestas por Morales y quienes lo rodean domina los departamentos norteños y orientales. Así las cosas, no es del todo sorprendente que la oposición a Morales haya levantado las banderas del independentismo. A juicio de muchos cruceños y otros, están subsidiando a gente que está decidida a avasallarlos en nombre de la justicia social, razón por la que no les queda más alternativa que la de resistir por los medios que resulten necesarios. Tal y como ha ocurrido en otras partes del mundo, en Bolivia los más interesados en separarse son los más ricos que, además de ser reacios a ayudar a quienes en su opinión son parásitos, creen que merced a sus propios recursos y superior desarrollo económico la independencia no sólo los libraría de una metrópoli que les es ajena, sino que también les permitiría mejorar sustancialmente su nivel de vida.

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