El gobernador Jorge Sapag, como todos los que lo precedieron en el cargo, hizo su unipersonal para abrir el período de sesiones de la Legislatura siguiendo el ritual de práctica. Los legisladores de la oposición se sumaron al comité de recepción pluripartidista que lo recibió y escucharon en silencio, sentaditos en sus bancas, el discurso. Ya en la sexta parrafada, Sapag dijo que la democracia es "un sistema de vida representativo, participativo, pluralista", etcétera. Los opositores, que en nombre de la gobernabilidad debieron soportar la modificación del quórum -que ya no es la mitad más uno sino más de la mitad, para que los 18 del MPN puedan sesionar sin la oposición- y también la de quedar fuera del elenco de autoridades de la cámara, permanecieron en silencio. Es hora ya de que, cuando la ocasión se vuelva a presentar, alguno se anime a romper con ese ritual monárquico y le diga al monarca que está faltando a la verdad. Porque nada ha sido menos "participativo y pluralista" que el estreno de la nueva Legislatura.
Una enciclopedia de otro tiempo, llamada "El Tesoro de la Juventud", estaba dividida en "libros", uno de ellos "El libro de los porqués". No se explicaban allí todas las dudas, pero muchas curiosidades quedaban satisfechas. Y bien: en un cierto sentido, el discurso de Sapag podría servir para escribir un libro así, útil para que muchas preguntas tuvieran respuesta.
Por ejemplo, a poco de completar su perorata el gobernador exhortó a quienes lo escuchaban a que "pasemos de prácticas corruptas a una vida con dignidad". Es ésa una mejor opción que la que presentó su predecesor, Jorge Sobisch, cuando dijo que entre un corrupto y un pelotudo él se quedaba con el corrupto. Pero la pregunta es: ¿a qué prácticas corruptas se refiere? ¿Quiénes son los corruptos? ¿Alude al gobierno que lo precedió cuando habla de "prácticas corruptas"? ¿Sabe que quien conoce de un delito debe denunciarlo? Por supuesto, siendo como es un abogado, sabe que el encubrimiento es un delito. Y estaría de más recordarle que, habiendo sido él mismo parte del gobierno anterior en altas funciones, debería identificar a los responsables de la corrupción en resguardo de su buen nombre y honor. O, al menos, decir "yo no fui".
El discurso comenzó con un solemne homenaje a los constituyentes del '57. Está bien, aunque no conviene dejar pasar que esos constituyentes llegaron a sus bancas gracias a que el partido mayoritario estaba proscripto. El ejercicio de la memoria siempre es un acto de salud.
Aquellos constituyentes se ocuparon de que la Constitución que daba nacimiento al Estado neuquino reconociera los derechos sociales de los habitantes de la flamante provincia. Entre ellos, a la vivienda. Para los trabajadores en el artículo 38 inciso k), para las mujeres en el 45 inciso 4), para los jóvenes en el 48. Faltaron los niños, pero la omisión fue salvada en la Convención sobre los Derechos del Niño (artículo 27 inciso 3), incorporada a la carta magna.
No obstante, en esta provincia donde, como en otras muchas, el déficit de viviendas se cuenta por decenas de miles, Sapag incluyó en su mensaje una sola vez la palabra "vivienda", al hablar de los "miles y miles de familias neuquinas que han quedado rezagadas en los derechos sociales, en la vivienda, en la educación, en el trabajo, en la salud".
Tampoco se refiere aquí al porqué. ¿Creerá el gobernador, que es un católico ferviente, que Dios castigó a Neuquén como a Sodoma y Gomorra? ¿O será tal vez -me atrevo a sugerirlo- que quienes dejaron el Tesoro provincial en un estado de máxima postración son los verdaderos pecadores?
En este verano dos incendios de viviendas precarias mataron a seis personas, la mayoría niños. Son tragedias que llegan al poder como calamidades naturales, de las que se responsabiliza a "la fatalidad". En realidad, se trata de muertes horrorosas que se podrían evitar si las mandas constitucionales de hace medio siglo se cumplieran.
Es éste un costado de la seguridad que el pensamiento oficial parece no tener en cuenta. La seguridad que preocupa al poder es la de los propietarios contra los delincuentes. Interesa menos, mucho menos, la seguridad social que brinda a las personas un trabajo estable y bien remunerado y una vivienda digna.
La policía ha insinuado que los dos últimos incendios habrían sido intencionales, originados en peleas de las parejas que, con sus hijos, ocupaban esos engendros de chapa y cartón. Así, y aunque no sea ésa la intención, la tragedia social se oculta y pasa a un segundo plano. El primero lo ocupa lo que podría ser el guión de una telenovela, que sirve de comidilla al vecindario y a quienes viven, dentro de la ciudad civilizada, en casas que no se incendian.
"Tenemos que estar apegados a la verdad", dijo Sapag. Qué bien. Párrafos más adelante nos hizo saber que el nombre de pila de Montesquieu era Carlos Luis de Secondat y que este pensador del siglo XVIII había escrito el libro "Del espíritu de las leyes". Alguien, un ultraoptimista de los que nunca faltan, pensó que a renglón seguido diría a los legisladores que el Poder Ejecutivo esperaba que, respondiendo a los pedidos de juicio político presentados por algunas entidades, la Legislatura juzgara la conducta de los integrantes del Tribunal Superior de Justicia.
Pero no. Dijo, en cambio -algo es algo-, que llegaba ante el Poder Legislativo con el espíritu de que "sea el contralor, el control, el equilibrio del otro poder que es el Poder Ejecutivo". Y ahí, en ese punto, tomó aire y destacó: "...y también el contralor, el control y el equilibrio del otro poder, que es el Poder Judicial". Y afirmó: "El cambio y la renovación" es un signo de los tiempos.
Bueno. Justo es admitir que en esto fue algo más explícito. En mi modesta interpretación, lo que quiso decir es que si los miembros -todos o algunos- del TSJ no se van, hay que poner en marcha el juicio político.
JORGE GADANO
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