Jueves 06 de Marzo de 2008 Edicion impresa pag. 44 > Cultura y Espectaculos
Cuando la violencia es una forma de vida

La violencia surgida de un capitalismo cada vez más inhumano y salvaje es el eje de "Promesas del este", un impactante thriller de David Cronenberg que se estrena hoy en el Centro Cultural Cotesma de San Martín de los Andes.

En el filme Viggo Mortensen encarna a un agente que se infiltra en una rama de la mafia rusa en Londres. La bestialidad y crueldad con la que se manejan los miembros de esa mafia -que llevan sus cuerpos llenos de tatuajes y respetan códigos y jerarquías basados en el poder y el dinero- dejan entrever la existencia de un mundo paralelo al que conocemos y al que la legalidad está muy lejos de alcanzar.

En ese sentido, Cronenberg afirmó que su película "aborda en algún sentido la emergencia de una nueva Rusia y de un nuevo mundo, donde se está dando una forma de capitalismo muy brutal y crudo que nos recuerda al salvajismo de los inicios del capitalismo".

En declaraciones a Télam y otros medios de prensa en el Festival de Cine de San Sebastián, donde su película fue recibida con un estruendoso aplauso, el cineasta canadiense explicó que para los personajes de este filme "la violencia es una forma de vida, un negocio".

Aquí Cronenberg y Mortensen vuelven a unir su talento -ya lo habían hecho para filmar "Una historia violenta"- y logran un resultado asombroso: una historia que transcurre con igual soltura y solidez tanto en el territorio oscuro y pecaminoso del crimen organizado como en la luminosidad latente de una forma de vida justa y pacífica.

"A veces el nacimiento y la muerte van juntos", se escucha decir a Anna, el personaje interpretado por Naomi Watts, otra de los protagonistas, que anticipa la decisión del director de mostrar dos universos antagónicos: uno donde una adolescente de 14 años puede ser violada y esclavizada sexualmente, y otro donde un bebé llega al mundo como símbolo de esperanza.

Nikolai, el personaje interpretado por Mortensen, se debate justamente entre esos dos mundos, ya que se desempeña como chofer del jefe de una de las facciones de la mafia rusa instalada en Londres, pero detrás de su imagen de guardaespaldas implacable va revelando a una persona que sueña con la posibilidad de salir de ese agujero y elegir una vida más luminosa.

"Yo abordo la vida y la muerte de manera natural", dijo Cronenberg, y agregó: "Si voy a filmar violencia, debo hacerlo de la manera más real y natural posible, porque la violencia no es algo estético, sino que es la destrucción física del cuerpo humano".

Como agente secreto de la FSB (antigua KGB), Nikolai tiene como objetivo destronar al jefe de la organización y quedarse con su poder, pero no lo hace en base a crímenes y asesinatos sino que -más allá de moverse como pez en el agua entre tantos criminales- apela a su inteligencia para mantenerse vivo y escalar posiciones.

"Como todos los personajes de Cronenberg, Nikolai tiene muchas facetas y matices. El demuestra una sorprendente caridad, cierto tipo de compasión que le surge a pesar del entorno brutal y duro que lo rodea", afirmó por su parte Mortensen. De esa manera, el actor describió la relación sutil que su personaje mantiene con el de Anna, de quien se enamora en secreto y con quien cree poder tener la oportunidad de una nueva vida. Allí radica su drama: el de un hombre sensible y justo que vive escindido entre su trabajo y la posibilidad remota de rehacer su vida en base al amor. (Télam/AR)

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