Miércoles 05 de Marzo de 2008 Edicion impresa pag. 32 y 33 > Sociedad
Violencia escolar: causa y consecuencia de traumas
Esta problemática, que crece, tiene su principal origen en la realidad social.

Las causas de la violencia en los jóvenes estudiantes tienen su raíz en la realidad social en que están inmersos.

El primer lugar de esa realidad social es la familia. La situación familiar de cada alumno y las modificaciones corporales de la pubertad, constituyen circunstancias potencialmente traumáticas a ser desplegadas en el entorno escolar. Las emociones y los sentimientos correspondientes a la confrontación generacional están siempre presentes. Para poder transitar por el complejo camino de la desidealización de la imagen de sus mayores, sin lo cual los jóvenes lo logran acceder a su propia identidad, la confrontación generacional se vale de sentimientos de odio y de agresividad. Cuando ese proceso de duelo, por el cual pasan tanto padres como hijos, se convierte en patológico, el síntoma fundamental es la violencia, y se expresa en situaciones de tormento mutuo, resentimiento, remordimiento, etcétera. Si la confrontación se encuentra interceptada desde el ambiente familiar, se desplaza hacia los profesores, donde el rencor vuelca sus injurias

narcisistas sobre objetos con características similares a las parentales. Los personajes secundarios son los compañeros, a partir de los cuales se expresan las rivalidades entre hermanos. Celos, alianzas o desafíos que no pudieron ser tramitados por vía normal, se transfieren al ámbito escolar, convirtiendo este espacio en teatro y re-edición de una verdadera tragedia.

La TV, la publicidad y los medios de comunicación forman parte, también, de esa realidad social. Los noticieros televisivos, los medios masivos de comunicación, Internet y los juegos en red, transmiten permanentemente mensajes donde está involucrado el odio, la destructividad, y la indiferencia hacia la subjetividad del otro. A través de la telebasura impregnada de imágenes de agresión, muerte y sexo sin límites, el espectador encuentra representada su propia violencia sadomasoquista.

En el psiquismo en vías de crecimiento de los adolescentes, la capacidad sublimatoria queda alterada y el proceso de identificación, interferido. Frente a tan fuertes estímulos, el joven queda paralizado, el aparato perceptual se desborda y la posibilidad de pensar se anula. Se produce una re-traumatización debido al bombardeo que la mente juvenil no puede procesar.

Al mismo tiempo, ante la falta de figuras familiares fuertes en una sociedad competitiva, con un futuro incierto y roles femeninos y masculinos en proceso de cambio, las imágenes de la televisión, cuyo eje central está ubicado en la violencia, reclaman para sí el lugar del ideal.

Por otra parte, estos hechos de violencia producidos en el ámbito escolar, son a su vez, generadores de traumas en aquellas personas que han vivido directa o indirectamente la tragedia. El efecto contagio y un posible permiso para una nueva trasgresión, son algunos de los temores reales posibles. Asimismo, miedos, fobias, ataques de pánico, trastornos en el sueño, retracciones y desconexiones, son síntomas detectados en alumnos, padres y docentes.

La violencia en los centros educativos es un fenómeno que ha ocupado lugares importantes dentro de las noticias internacionales desde los años '70. En Argentina, en octubre de 2004, el desconcierto y el horror provocado por la tragedia de Carmen de Patagones, abre el observatorio de violencia escolar, donde profesionales, educadores y jóvenes, buscan respuestas en común.

MARTA DÁVILA

ANA MENESCARDI (*)

(*) Licenciadas. Las autoras son psicólogas y psicoanalistas especialistas en niños y adolescentes. Ambas cuentan con el cargo de miembro titular en Función Didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA)

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