Miércoles 05 de Marzo de 2008 Edicion impresa pag. 32 y 33 > Sociedad
¿Está preparada la escuela para prevenir accidentes?
Más que "imprevistos", la mayoría de ellos son previsibles y, por lo tanto, prevenibles. Para que la escuela sea un ámbito seguro en este sentido, en todos los establecimientos hay elementos que revisar. Un análisis de cuáles son los tipos de accidentes más frecuentes puede servir de guía para esa tarea.

¿Tiene la escuela un sitio especialmente dedicado para el estacionamiento de los micros escolares? ¿Son adecuados los lugares y los horarios donde se practica educación física? Si hay escaleras para subir, ¿quiénes son los que deben subirlas todos los días? ¿Los alumnos más chiquitos? ¿Cómo resuelven el cruce de calles a la salida de la jornada? ¿Quién controla que no estén vencidos los matafuegos? En accidentología están convencidos de que los accidentes no se producen porque sí, y que la mayoría de las causas son previsibles. Lo que hacen, en consecuencia, es analizar las causas por las que se producen los accidentes, e identificar los factores por los que éstos se dan con mayor frecuencia para poder modificarlos. Y en cuanto al inicio de la época escolar, existen recomendaciones elaboradas por la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) en su Manual de Prevención de Accidentes, especialmente referidas al ámbito escolar, tendientes a hacer que la escuela sea un lugar más seguro para los chicos.

 

La entrada y la salida

 

En ámbitos urbanos, corresponde a cada municipio demarcar y señalizar las áreas vecinas a cada escuela, y colocar vigilancia en los horarios de entrada y salida. También debería estar señalizado el espacio para el estacionamiento de automóviles y ómnibus.

La escuela, por su parte, es la que organiza los equipos de prevención, con padres y alumnos, para cortar el tránsito en el horario de salida. También es importante que haya docentes en las inmediaciones, fuera de la escuela, en esos horarios. Y en cuanto a la movilidad, es importante que no se incite la sobrecarga de equipaje en los chicos, para que puedan desplazarse más ligeramente (además de las cuestiones relacionadas con traumatismos de columna).

En zona rural, el gran riesgo es el cruce de rutas. Estas deben ser demarcadas en forma contundente y progresiva, muy visible, vertical y horizontalmente. En la señalización deben figurar los horarios de entrada y salida en los que los automovilistas deberán tener mayor atención.

 

Los recreos

 

Muchas veces el recreo es tomado como un momento de descarga de tensiones. Los mayores riesgos son los horarios de entrada y salida del recreo; el estado del patio, que puede estar resbaladizo, rugoso o con baldosas levantadas; los vidrios, columnas, canteros o macetas; las dimensiones del patio, que en ocasiones es muy chico para la cantidad de alumnos que hay.

Los docentes deberán estar especialmente atentos a los juegos violentos en primera instancia, y a la posibilidad de que algunos niños salgan con objetos contundentes o cortantes. Luego, evitar los juegos donde los chicos corran. Tampoco es conveniente que los chicos salgan al recreo con chupetines o lápices en la boca; si se caen se pueden lesionar gravemente por eso.

En la construcción de los patios y pasillos deben intervenir materiales que no sean ni deslizantes ni rugosos, y las puertas de acceso deben ser suficientemente amplias como para que no se produzcan amontonamientos.

Es conveniente delimitar el acceso alternado de los chicos al patio por edades, separando si es posible los grados más grandes de los más chicos. Si caminar y correr es algo que debe ser enseñado, ¿cuánto más difícil es saltar y caer, y cuánto mayor es la necesidad de que eso sea enseñado también? Muchas lesiones se producen porque los chicos no saben caer, saltar o esquivar obstáculos.

Las lesiones más frecuentes son las causadas por sobrecarga, cuando niños poco o nada entrenados son sometidos a exigencias para las cuales no están preparados. Muchas veces no se tiene en cuenta la contextura, cuando a un niño obeso, por ejemplo, se lo obliga a recorrer una determinada distancia o saltar un cajón.

Los docentes deben estar entrenados para detectar déficits de visión o audición en los chicos, y los profesores de educación física, para darse cuenta cuando hay problemas de obesidad, nutricionales o defectos físicos que puedan tornarse una dificultad.

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