| La oficina del primer ministro Ismail Haniyeh estaba vacía cuando ocurrió el ataque, considerado sin embargo un mensaje severo a la cúpula de Hamas, a la que Israel responsabiliza por los repetidos ataques con cohetes desde Gaza. Un total de 54 palestinos --casi la mitad civiles-- perecieron ayer en los hechos de violencia. Dos soldados israelíes murieron también. En respuesta al derramamiento de sangre, los líderes moderados palestinos en Cisjordania suspendieron las conversaciones de paz auspiciadas por Estados Unidos con Israel. La violencia ha generado también condenas de la comunidad internacional, incluido el secretario general de la ONU, quien instó a Israel a moderarse. El primer ministro israelí Ehud Olmert rechazó hoy las críticas internacionales y prometió continuar la ofensiva en Gaza. ``Con el debido respeto, nada nos impedirá el continuar las operaciones para proteger a nuestros ciudadanos'', dijo. ``Nadie tiene el derecho moral de sermonear a Israel por dar el paso elemental de la defensa propia, para impedir que cientos de miles de habitantes en el sur del país estén expuestos a este fuego incesante''. Ehud Barak, ministro de defensa de Olmert, dijo que se contemplaba una operación incluso más amplia en Gaza, con el fin de combatir a los escuadrones lanzacohetes y de ``debilitar el régimen de Hamas, en las circunstancias propicias, o incluso de hacer que caiga''. Israel suele enfrentarse con escuadrones lanzacohetes en Gaza pero ha intensificado sus operaciones después de la semana pasada, cuando los milicianos lanzaron proyectiles hacia Ashkelon, una ciudad de 120.000 habitantes. El secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, condenó los ataques con cohetes, e instó al ``cese inmediato de estos actos de terrorismo''. Pero condenó también ``el uso desmedido y excesivo de la fuerza que ha matado y herido a tantos civiles'' | |