Casi dos años después de que el gobierno suspendiera las exportaciones de carne vacuna, cerrando las puertas al comercio global con una medida que hasta hoy restringe en casi el 40% los volúmenes que se vendían al exterior hasta marzo del 2006, esta semana arreciaron los rumores sobre la aplicación de nuevos recortes en la actividad.
Aunque nadie se hizo cargo de las versiones que llegaron desde el ámbito oficial, un sentimiento de rechazo unánime se instaló entre los operadores del circuito cárnico, con excepción de los eslabones que históricamente se benefician con este tipo de avanzadas erráticas, gestadas en altas esferas del poder político.
Lejos de aquel anuncio que tuvo como protagonista a la ex ministra de Economía, Felisa Miceli, en el anochecer del 7 de marzo del 2006, después de haber negado públicamente la versión por la mañana, en una megamuestra agroempresaria, esta vez la desprolijidad fue absoluta, primó el rumor y por estas horas se da por descontado que a partir de marzo el volumen de exportaciones cárnicas se recortará de 40.000 a 24.000 toneladas semanales.
Así, otro siguió al primero y se amplió el espectro de versiones, cuando en algún sector del empresariado frigorífico se deslizó que la medida se aplicaría sólo por un par de meses.
El tiempo por el cual se aplique la restricción carece de importancia, de cara a la cruda realidad que soporta la actividad ganadera en el país, reducida en reservas estratégicas para hacer frente a la demanda interna y externa en forma simultánea, sin estímulos para optimizar su desarrollo, con regulaciones de precios y retenciones que, valga recordarlo, también se impusieron por unos pocos meses.
A ese escenario se suma la avanzada agrícola en el país y, en esa línea, el analista sectorial Ignacio Iriarte afirmó esta semana que la novedad de estos últimos meses es que la sumatoria de la equivocada política ganadera oficial, los excelentes precios agrícolas y el clima adverso están determinando una aceleración del proceso de liquidación ganadera, caída que sería más marcada en las zonas más productivas del área pampeana.
En su opinión, “hoy la soja ya no sólo avanza sobre los novillos del oeste: también lo hace sobre las vacas de la cuenca del Salado, donde ya se escuchan alquileres superiores a los 400 dólares por lomas con aptitud agrícola”.
Sería ingenuo pensar que el gobierno busca aniquilar la ganadería bovina en el país, pero las medidas oficiales que se vienen adoptando desde el 2002 hasta ahora parecen indicar lo contrario, o bien que persiste, entre las autoridades nacionales, el desconocimiento total sobre los ciclos productivos y el alto reconocimiento internacional ante las carnes argentinas. Sólo imaginando esos escenarios puede entenderse que el país vuelva a cerrarse a la demanda mundial con uno de sus capitales más competitivos.
Sin embargo, la rueda se puso en marcha y aunque se intente alcanzar nuevos acuerdos con algunos representantes de la cadena de la carne, todo parece indicar que se está ante otra medida desacertada que se adopta en uno de los mejores momentos de precios que muestran las pizarras mundiales y volverá a golpear al eslabón más vulnerable del circuito: la producción.
GLADYS DE LA NOVA
DyN