Sábado 01 de Marzo de 2008 Edicion impresa pag. 43 > Cultura y Espectaculos
Una mirada neuquina al margen
El neuquino Tomás Gotlip rueda el documental "Arte al margen", sobre las experiencias artísticas en lugares de exclusión como cárceles, neuropsiquiátricos y leprosarios.

BUENOS AIRES (Télam).- Locos, leprosos, viejos y presos son los personajes de "Arte al margen", un documental que Tomás Gotlip y Cristoph Belh están rodando para revelar el modo en el que la sociedad margina, excluye y encierra -por miedos, prejuicios e hipocresías- a esas personas.

"La sociedad expulsa a los que no son productivos, aísla y encierra a aquellos a los que se considera chatarra", advirtió a Télam Gotlip y aclaró: "No queremos quedarnos en la denuncia de todo esto, queremos ir más allá y buscar en esos mismos lugares algo distinto, una salida".

El proyecto lleva el título provisorio de "Arte al margen", porque "inicialmente buscaba cubrir las experiencias artísticas en lugares de exclusión estatales como una cárcel, un geriátrico, un leprosario y un neuropsiquiátrico", explicó Belh, cineasta alemán radicado hace años en el país. Ambos directores filman desde hace meses en la Unidad Penitenciaria 32 de Florencio Varela, el neuropsiquiátrico Borda, el hogar de ancianos San José y el leprosario Baldomero Sommer, donde indagan en las necesidades, los sentimientos y los anhelos de superación de presos de máxima seguridad, locos, viejos y enfermos.

"Trabajamos mucho con los miedos personales y colectivos, porque uno margina al tener miedo a lo desconocido y diferente. Esa es la gran confusión, porque se cree que es el otro el que está loco y, en realidad, todos sentimos miedo a poder llegar a estar locos", señaló Gotlip.

En ese sentido, Behl explicó que "no queremos idealizarlos, pero es cierto que uno sale del Borda y no se entiende muy bien dónde está la locura, si está adentro o está afuera, porque en ambos lugares escuchás cosas muy lúcidas, pero también ves cosas terribles".

Ganador de un crédito del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), el documental rescata "a la gente que está en esos lugares pero, pese a todo, lucha y hace cosas para salir y superarse a sí misma, sin quedarse anclada en el lugar cómodo de la víctima", agregó Behl. Gotlip destacó que "si bien el arte fue el disparador, al final decidimos rescatar historias de personajes que intentan encontrar salidas y mejorar su vida desde adentro de esos lugares. La clave está en que los cambios se producen más desde adentro que desde afuera".

"Todas estas personas representan el espejo oculto de la sociedad, el espejo que todos nos negamos a ver", agregó el cineasta y productor, que aclaró que "la idea no es negar el drama de estas personas, pero tampoco caer en el goce de lo morboso y lo lastimoso".

El dilema que se les presenta a Gotlip y Behl es cómo mostrar lo que la sociedad oculta, esconde y margina, pero sin colaborar a alimentar esos mismos prejuicios y temores de los cuales quieren alejarse. "Para eso evitamos la condescendencia y la lástima", señaló Behl, y describió al filme como "un documental de observación con puestas de situación, pero sin entrevistas ni voces en off, para no acentuar ni subrayar ninguno de los dramas que se viven en esos lugares".

Los realizadores hacen foco en Julio, un preso que está preso hace siete años y busca una salida a su encierro a través de la música; y en Moacir, un interno del Borda que logra trascender los muros del neuropsiquiátrico cuando se pone una peluca y sale a cantar tangos o boleros con una energía conmovedora.

En el hogar de ancianos -donde se enfrentaron con el miedo a la muerte y a la pérdida de la memoria- los personajes principales son Juanita y Anselmo, que buscan una salida a través del amor y deciden contraer matrimonio a pesar de su vejez. El leprosario, en tanto, funciona como columna vertebral del relato, como eje histórico de la marginación y la discriminación que engloba a los cuatro escenarios, donde la lucha se da en el terreno político, evocando al "Chivo", un enfermo que luchó por los derechos de los leprosos. "Terminan casando, en la cárcel se produce un motín y en el leprosario se rescata el recuerdo de un personaje que impulsó cambios desde adentro y organizó una fuga y manifestación en Plaza de Mayo en reclamo de mejores tratos", dijo Behl. "Cada lugar tiene su puesta particular, pero hay una idea rectora que es que todos los escenarios van a parecer uno solo, como si fuese un lugar más o menos inconsciente de exclusión, un espacio único e indeterminado con nexos narrativos, sonoros y espaciales", explicó Gotlip.

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