Viernes 29 de Febrero de 2008 Edicion impresa pag. 22 y 23 > Opinion
Urgente la reforma educativa

La discusión sobre la reforma educativa del Nivel Medio está dejando de lado una realidad: que la sociedad rionegrina necesita cambios en el sistema educativo para convertirlo en un conjunto integrador, inclusivo y la base de una propuesta que estimule el desarrollo y la movilidad social.

Una reforma como la que estamos necesitando no puede tener carácter optativo. Una reforma de esta naturaleza no puede verse diluida en una discusión salarial o cualquier otra reivindicación sectorial. Esta reforma deberá analizarse mirando la realidad y preservando su análisis de otros temas coyunturales; haciendo hincapié en la necesidad del diálogo, comprometiendo a las instituciones sociales a que sumen sus aportes, evitando imposiciones. De lo contrario, estaremos condenando a muerte una iniciativa importante. Y lo que es peor: manteniendo un statu quo negativo.

Hasta hace algunas décadas, los argentinos podíamos jactarnos de pertenecer a una de las sociedades más igualitarias de América. Existían posibilidades reales de progreso y ascenso social a partir de un sistema educativo plural y articulador. El esfuerzo de Domingo Sarmiento, la vigencia de la ley 1.420, la Reforma Universitaria fueron algunos de los hitos que marcaron y consolidaron esa propuesta.

Pero esa situación se transformó drásticamente. Al ritmo de las crisis económicas, durante los últimos 30 años el sistema educativo fue desarticulándose. Dejó de ser la gran oportunidad de los sectores populares para modificar su situación. Y la falta de inversiones desde el Estado fue arrojando a las escuelas a una situación de semimarginalidad que aún se mantiene.

Tenemos escuelas que no contienen, que no educan y no capacitan a los jóvenes. Y una situación así no es neutra en el mediano y largo plazo. La sociedad se resiente porque sus integrantes estarán menos capacitados, habrá menos posibilidades laborales, los liderazgos tendrán menor capacidad de transformación por desconocer las herramientas necesarias. La experiencia indica que la falta de expectativas sociales, la inexistencia de alternativas educativas y laborales, es un peligroso caldo de cultivo para la violencia social.

Las estadísticas elaboradas por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo indican que el 20% de los jóvenes rionegrinos de entre 14 y 24 años no trabaja ni estudia. Veamos este fenómeno en las escuelas. Si no hacemos algo, de los 13.000 adolescentes que están preparándose para ingresar a primer año dentro de unos días sólo terminarán la secundaria en el tiempo establecido alrededor de 4.700 estudiantes. La tasa de desgranamiento en el nivel estatal es del 63,5%.

Los números empeoran si consideramos las tasas de los colegios nocturnos: muchos adolescentes terminan "expulsados" del sistema tradicional por la sobreedad y pasan a los establecimientos nocturnos. Resulta entonces que los colegios pensados para adultos se han convertido en los nuevos espacios para jóvenes que no encuentran otro lugar en el sistema.

Esto significa que tenemos que apuntar a una reforma que mejore la capacidad de retención y evite la deserción pero sin recurrir al facilismo de la promoción automática. Esto significa que ya no hay tiempo para perder y que la voluntad social tiene que apuntar a conseguir las correcciones necesarias.

Una reforma educativa necesita de cuatro grandes componentes para sostenerse en el tiempo: la decisión de las autoridades que van a instrumentarla, los recursos económicos para financiarla, el apoyo del sector docente sin el cual toda modificación está destinada al fracaso y la convicción de los padres, por lo general los convidados de piedra en estos debates.

Porque esta discusión no es abstracta, es muy concreta. Responde a las inquietudes y las angustias de miles de padres que ven un futuro incierto para sus hijos. Que aspiran a lo mejor y deben contentarse con bastante menos que lo posible, que es lo que se les ofrece. Y responde también a la sociedad que queremos tener dentro de 20 años y que vamos a empezar a definir desde hoy mismo.

A esta altura no podemos estar analizando si se van a quitar las horas de informática sino cuántas horas cátedra de informática vamos a agregar a la currícula. Tenemos que dejar de discutir si el secundario es una preparación para el mundo del trabajo y entender que el sistema no está incluyendo los conocimientos necesarios para que los chicos tengan posibilidades laborales.

La reforma educativa es una necesidad cada vez más urgente. Preservemos entonces esta discusión y no la enviciemos con otros temas.

ALBERTO WERETILNECK (*)

Especial para "Río Negro"

(*) Intendente de Cipolletti

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