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Un personaje que se parece un poco a todos | ||
En "Gorda", Jorge Suárez, es de los personajes odiados. "Se supone que la obra funciona realmente y llega hasta donde tiene que llegar, cuando los personajes dicen cosas que uno no quiere escuchar. Hay como una falta de filtro, una sinceridad excesiva, una ausencia total de hipocresía. Mi personaje no miente, le dice a su amigo lo que siente de verdad y, de algún modo es lo que la sociedad no se anima a expresar a boca de jarro y lo hace por abajo, que es peor. Es ahí donde el tipo se convierte en malo y detestable, porque es por empatía, la cuestión, me parece". - Se lo odia por mostrar esa parte propia de la cual renegamos. - Ni más ni menos. Cuando culmina la obra, tras haberse reído una hora y media, y presenciar un final un tanto inesperado, la gente se queda reflexionando sobre qué parte suya deja andar la sociedad en la que vivimos, para que esto suceda. - Cuando te ofrecieron el rol, ¿qué cuestionamientos te hiciste? - Pensé, qué bueno, vamos a volver a cenar todas las noches, después de hacer durante tres años "El Método Grönholm...". Me encantó el texto cuando lo leí, el equipo, volver a trabajar con Daniel Veronese, con Gabriel Goity que es mi amigo... En la misma sala (Pablo Picasso) de La Plaza. Yo me siento como en casa, entonces estoy muy feliz... La obra, en principio, me gustó y me generó una sensación extraña con respecto al borde que se estaba tocando. Porque, que se llame ¡Gorda chancha! en el original, que se hable tan brutalmente de un tema tan delicado, me parecía interesantísimo, por un lado, y muy peligroso, por otro. Así, con esa misma sensación, estrené y ahora estoy muy impresionado porque, aparte de llenar todas noches, de no haber más localidades, el público tiene dificultades pues llegan creyendo que van a encontrar entradas y no hay, se quejan porque la venta telefónica está colapsada... Cosas hermosas que ocurren en el teatro a veces, de vez en cuando... ¡Me digo todo lo que debo aprender! Todo lo que me tengo que abrir para conocer todavía más profundamente a la gente. Y aún así, cuando se lee la obra uno no imagina que esto puede pasar. Por ahí, te resulta genial, divertida, buenísima, con un gran mensaje, y después no pasa nada... - Hablabas recién de borde peligroso, ¿respecto de la actuación o a lo que produce el personaje? - En la actuación no, porque cuando leo el texto no sé todavía qué voy a hacer con el personaje, ni por dónde lo voy a llevar, ni cómo va a combinar con el director. Me parecía riesgoso hablar tan abiertamente de un tema tan trillado como la gordura. No aparecía en primer plano de lo que en verdad habla, esa cobardía que uno sopesa al elegir algo. El amor en este caso. En primer plano, está la gordura de una mujer, pero trata de algo mucho más interesante, de cuán cobardes somos cuando nos gusta algo y no nos animamos porque los terceros, los que ven, los de afuera, no están de acuerdo. - Los que nos juzgan. - El problema es que juzgan y no deberían. No deberíamos... Mi personaje dice en un momento: no nos gustan los diferentes, ¿viste? Los gordos, los trolos, los retardados, los viejos, nos dan miedo o no? Ellos representan lo que podríamos ser, lo vulnerables que somos. Cuando uno ve el defecto en el otro, en realidad, no lo quiere ver y le da miedo porque es un defecto propio, también. (E.R.) | ||
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