La situación vivida por una chica de 15 años de la localidad vizcaína de Ermua, en el País Vasco, fue brutal. Se encontraba en unas instalaciones deportivas cuando una decena de chicos y chicas de su edad, pertenecientes a una cuadrilla rival, se lanzaron sobre ella. Le golpearon con una barra de hierro, con un tacón de aguja, le quemaron el pelo, le orinaron encima y le atropellaron con una moto. Ocurrió a plena luz del día, delante de otros jóvenes, durante dos horas. Sólo uno intentó parar el linchamiento y los agresores la emprendieron también con él.
La joven agredida, según las autoridades vascas, tenía un historial conflictivo, al igual que una de sus agresoras ya identificada, a la que la víctima conocía. Tras la paliza tuvo que ser ingresada y permaneció diez días en el hospital, donde fue operada de un ojo ante la posibilidad de perder la visión por él.
¿Qué está pasando para se produzcan episodios como éste, de tal brutalidad y ensañamiento? Es lo que se preguntan muchos españoles estos días. "La violencia no nace porque sí", explica una experta en psicología de la educación. "Suelen ser jóvenes conflictivos, con malas relaciones en casa, alto porcentaje de fracaso escolar y que suelen recibir desde sus hogares el mensaje de tolerancia hacia ese comportamiento".
En los últimos tiempos, las agresiones de menores a otros menores, en muchas ocasiones grabadas con teléfonos móviles para ser colgadas después en Internet, han ido incrementando notablemente su presencia en los medios de comunicación. El acoso escolar forma parte de las series de ficción que emite la televisión.
La sociedad española cobra conciencia de la violencia de la que son capaces sus menores. Uno de los casos que más conmoción causó en la sociedad fue el de Jokin, un chico de 14 años, de la localidad vasca de Hondarribia, que en septiembre de 2004 se arrojó al vacío. No podía más. Durante un año se vio sometiendo a amenazas, palizas y vejaciones constantes por parte de un grupo de compañeros. No se atrevió a contarlo. La historia se reveló después de que el chico decidiese acabar con todo. "Su caso fue el revulsivo que hizo a la sociedad tomar conciencia del problema", dice una experta.
Desde entonces, el acoso escolar ha bajado ligeramente, según un estudio reciente. La violencia de jóvenes y adolescentes no siempre se dirige contra sus pares. Los profesores se convierten también en víctimas. Esta semana un juez de Sevilla impuso a un menor la obligación de estar alejado de un profesor al que amenazó, entre otras cosas, con abrirle "la cabeza con un hacha". Es la primera orden de alejamiento de este tipo en España.
Pero la violencia adolescente no acaba en el entorno escolar, sino que aparece también en otros ámbitos. En los últimos años se han incrementado las agresiones de menores de 14 años a sus padres. "Responde a los patrones de violencia que proyecta la sociedad. Tenemos que trabajar sobre ello todos muy seriamente", afirma una fiscal de Menores.
Una mujer de 40 años murió el miércoles en Cortes de Baza, en la provincia de Granada, por un disparo de escopeta. Horas después, un juez ordenó la detención de su hijo de 14 años. Acabó confesando que él disparó el tiro por accidente. El análisis de los expertos policiales, no obstante, apunta a que fue un asesinato a sangre fría. Hace algo más de una semana y en el marco de la campaña electoral, Mariano Rajoy y el Partido Popular (PP) prometieron mano dura con los menores de 14 años que cometen delitos de "especial gravedad" y "multirreincidencia".
El PP persigue rebajar la edad penal de los 14 años actuales a los 12, una medida polémica que no obstante recibe apoyo social. Los menores de 14 años que cometen delitos graves "se pueden contar con los dedos de una mano", en palabras del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, Arturo Canalda. No obstante, estos delitos llevan añadida la conmoción que supone precisamente el hecho de que sean cometidos por quienes aún son casi niños. Casos como el de Ermua generan enseguida titulares y alarma social. "Lo que hay que hacer es educar a estos jóvenes en responsabilidad", indica un experto. Y es que, como señaló el consejero vasco de Justicia, Joseba Azkarraga, respecto al caso de la chica apaleada en Ermua, "este tipo de actos demuestran que algo está fallando en nuestra sociedad y en el ámbito de la convivencia".
Por Sara Barderas
dpa