El Ministerio de Educación de la provincia afirma que el cierre de la orientación en Pedagogía del CEM 39 (Sierra Grande) es por la poca cantidad de preinscriptos que ostenta. Esta justificación supondría que el Estado provincial responde a las demandas de los estudiantes de la escuela, cuidando su presupuesto, al cual le resulta muy costoso mantener una experiencia tan poco popular.
La cuestión de los altos costos no se puede sustentar empíricamente. Es prácticamente una burla decir que al Estado le sale caro mantener abierta la orientación en Pedagogía en un pueblo donde existe, por ejemplo, Hiparsa (empresa que las autoridades provinciales afirman que no tiene razón de existir y que paga abultados sueldos a sus directivos). Se podría decir que el Estado quiere racionalizar al máximo sus costos, pero en otras áreas -ligadas directamente con el clientelismo político- no lo hace. Por lo que podríamos pensar que, o bien el Estado es esquizoide -y una parte no sabe para nada lo que hace la otra, e incluso que mantiene lógicas de acción contrarias-, o bien que se está vaciando el ámbito de la educación, para financiar las áreas relacionadas con la maquinaria electoral. Sin embargo, esto último tampoco se sostiene, porque es muy poca la cantidad de dinero necesaria para pagar a los docentes que dan clases en la orientación. Entonces, ¿por qué cerrarla?
Otra razón que sugerimos sería la poca cantidad de preinscriptos. De esta manera, el Estado provincial estaría adoptando la racionalidad del mercado, esto es: si no hay demanda, cae la oferta. Este razonamiento tiene serios inconvenientes. Primero: se piensa a la educación (un bien social) con la lógica neoliberal; segundo: se parte de una particular idealización de la economía de mercado.
El problema de pensar a la educación en términos de oferta y demanda es que el Estado parece olvidar que la educación pública no es una mercancía, sino un derecho que debe garantizar. La cuestión no es sólo la cantidad de chicos que quedan sin poder realizar sus expectativas, sino que se le está privando a todo un pueblo de la única orientación humanística en el nivel secundario. La educación no puede ser evaluada en términos de eficacia y eficiencia numéricas, sino en términos de posibilidades. Tener a un grupo de gente trabajando en las humanidades y generar el acercamiento del alumno a un texto de estas características justifica, en sí, el sostenimiento de la orientación.
Por otro lado, hay un elemento clave, obviado por quienes tomaron esta decisión: las humanidades a nivel terciario y universitario son una opción ampliamente elegida por los egresados de las secundarias sierragrandenses. Hay un porcentaje muy alto de gente que, terminados sus estudios secundarios, elige carreras como Derecho, Psicología, Docencia (en todas sus áreas), etc. Por lo cual, si se cierra el ámbito de trabajo de las humanidades del pueblo, también se clausura el área de consulta de muchos estudiantes mayores; pero, sobre todo, se soslaya la realidad de que el área de humanidades es importante en la localidad.
En lo que respecta a la idealización de la economía de mercado, se actúa como si todo fuera un cuadro cerrado de relación entre oferta y demanda, suponiendo que en él sólo se sostienen las experiencias exitosas. Esta visión del mercado es falsa. Basta con ver la oferta en televisión, en indumentaria o en librerías, para notar que dentro del mercado todo lo que pueda vender (no importa cuánto) tiene un nicho. Aun los sociólogos antisistema son vendidos en las cadenas de librerías, junto con los best sellers, aun los "hippies look" compran sus ropas industrializadas en las tiendas especializadas, aun los programas de cocina tailandesa tienen su lugar en la grilla y así sucesivamente. Esto es, si incluso dentro de la lógica del mercado global todo se puede vender, ¿por qué el Estado no garantiza una oferta amplia de orientaciones?
Por último, quisiera revisar un argumento -presente en quienes se oponen a esta decisión estatal- que esgrime que la orientación se cierra porque las humanidades generan una visión crítica de la realidad. Eso puede ser así, pero resultaría nuevamente muy estrecha esa mirada. Michell Foucault ubica el nacimiento de las ciencias humanas en el surgimiento de los Estados Nación, necesitados de un mayor control social. De este modo, la Sociología, la Psicología Social, la Psiquiatría, la Economía... serían saberes al servicio del control. Y no hay que ir tan lejos para ver la estrecha relación entre las humanidades con el poder. Es suficiente observar la nómina de asesores que tiene el Estado provincial y ver de qué carreras provienen. Con esto quiero reflejar que las humanidades pueden ser críticas, como también pueden ser útiles al poder.
El problema, finalmente, estaría en que el Estado, en actitud inmediatista, ni siquiera ve los beneficios políticos que se pierde. La racionalidad superior que debe tener el Estado queda totalmente contradicha por su accionar.
Se deja a un pueblo sin la posibilidad de acercarse a las humanidades -no hablemos si hay algún interés en las Bellas Artes- y sólo le deja las orientaciones ligadas con el mercado laboral liberal: tecnicaturas en Electromecánica y Química, perito mercantiles, bachilleratos con orientaciones en Biotecnología y en Gestión Empresarial. Nada más.
Así como en las décadas de los noventa, el discurso hegemónico era que el conocimiento técnico ya no era necesario y desde la sociedad sierragrandense se resistió a esta embestida -y la historia ahora parece darle la razón-, actualmente el Estado provincial, como hemos visto, considera correcto cerrar la orientación en Pedagogía. Debemos resistir una vez más.
PATRICIA GIORDANA (*)
Especial para "Río Negro"
(*) Nacida en Sierra Grande, egresada del CEM 39 con Orientación en Pedagogía. Lic. Sociología (UNLP), actualmente docente de la UNLP y becaria en el Instituto Gino Germani (UBA).