Desde enero, los viernes y sábados, a las 22, en Ciudad Konex, sube a escena "Cara de fuego", la obra de Marius von Mayenburg que tradujo Claudia Baricco y dirige Alejandro Maci. Integran el elenco Belén Blanco, Nazareno Casero, Rodolfo Roca, Raquel Albeniz y Javier Van de Couter. Historia de un amor entre dos hermanos, encubierto, imprevisible, que estalla e ilumina verdades. Allí, Belén expone una vez más su enorme talento de actriz que arriesga.
Hora y media antes de pisar el escenario, sala contigua, camino a camarines, vacía, poblada sólo por sillas sin dueño, "Río Negro" y sus enormes bellos ojos."Me llevaron a hacer la obra, en principio, Alejandro Maci, de cuyas realizaciones he visto muchas y he trabajado con él. Es un director muy preciso que tiene una mirada estética, una visión sobre los materiales, que me parece con mucha originalidad, mucho rigor. Sé cómo se desempeña, el lugar que da a los actores. Me mostró "Cara de fuego", me pareció maravillosa y me decidí.
-¿Qué lugar te gusta que te den al actuar?
-Hace unos años, nosotros hicimos "El impostor", una película, y ensayé mucho las escenas con él; para mí, es muy positivo ensayar en cine y Alejandro no trabaja desde el re
sultado sino poniendo siempre en riesgo lo que se consigue. Entonces, para un actor, es muy atrayente el momento del ensayo, el de la cámara y el de la función. Siempre está planteando algo muy interesante que comparto y que hace que el trabajo actoral todo el tiempo esté vivo. Da muchos instrumentos para eso. No es que a mí me guste un lugar, sino que el que él da, me gusta. Cada director tiene su planteo sobre la actuación. Algunos me atraen más, otros no tanto.
-El riesgo siempre atrae...
-Siempre hay que poner cosas en riesgo. Siempre hay que dudar de lo que se consigue e ir hacia un ámbito más desconocido. Sobre todo en la primera vez que se lee una obra de teatro y uno crea un concepto sobre el personaje y sobre el texto, que obviamente son las bases sobre las que va a trabajar. Pero después aparecen muchísimas alternativas, opciones, que uno debe tomar o plante
arse por qué aparecen. Me gusta probar cosas en las funciones... Me gusta que el trabajo se reconstituya todo el tiempo, que esté vivo, que es lo más importante en la actuación. O sea, hay decir bien un texto y más aún en este tipo de obras que tratan sobre las relaciones humanas.
- ¿Lo que recogés del público, se parece a tu concepto de la obra? ¿Lo que leíste, se lee a través de la actuación?
-Creo que sí. Pero, también pasan cosas nuevas. Cada persona tiene una mirada sobre "Cara de fuego", hay gente que se ríe mucho, hay la que se queda atónita porque plantea un tema muy tabú. Cada uno lo toma como le resuena en lo personal de acuerdo con su formación, con su historia. Pero sí... El nivel artístico es valorado unánimemente; nadie me ha dicho que no le gustó, no sé... Y eso estimula, particularmente en el teatro que requiere mucho laburo, mucha entrega. Es como inventar un mundo desde la nada.
- ¡Cuántas posibilidades da eso! Es como el juego de los chicos.
-Exactamente. Existen miles de caminos, pero hay que elegir uno. Cada director y cada actor plantearía un trabajo diferente... Esa torpeza que aparece al principio con esa nada, es dificultosa y angustiante, justamente porque no hay nada, sos torpe, encima el texto no sale... Ahí es donde necesitamos contención. La mirada del otro que es el director, que está sosteniéndote porque no hay otra cosa, es fundamental. Entonces, confiar en eso, es la base para aceptar un trabajo.
- Cada desafío que cualquiera se propone y lo supera, significa crecimiento personal y es un piso desde el cual seguir avanzando.
-Sí, son todas experiencias. Algunas me constituyen más, dejan más huellas, pero las cosas positivas son las que me llevan adelante y esta obra es una de ellas. Tengo muy presentes los ensayos, y lo que voy aprendiendo de mí y de cada función. Pasa que es un trabajo en el que uno nunca triunfa. Siempre es una entrega. Eso hacemos los actores.
EDUARDO ROUILLET
