BUENOS AIRES (DyN) - Las caídas en las cotizaciones bursátiles en casi todas las bolsas del mundo experimentadas en la última semana son vistas con cierta desatención en la Argentina.
Superávits gemelos (fiscal y comercial) sumado al stock de reservas internacionales constituirían una muralla contra las contingencias internacionales. Sin embargo, el exceso de optimismo es peligroso.
Los resultados de las ruedas bursátiles de la tercera semana de enero, no brindan información adecuada para inferir si la crisis es sólo bursátil (acomodamiento de precios de los activos financieros) o si se trata de una crisis económica que repercute en las cotizaciones.
Es decir si los mercados son el problema o el reflejo del problema.
La diferencia no es menor. En el primer caso, la Argentina estaría relativamente aislada. No tiene relaciones fuertes con los mercados financieros. No está emitiendo deuda relevante ni recibe flujos de inversión extranjera de consideración. Sin embargo, si la crisis es el coletazo de un problema económico, nuestra vulnerabilidad aumenta fuertemente. El actual programa económico se basa en tres pilares que tienen relación directa con los flujos comerciales mundiales.
Los pilares son superávit fiscal: por cuarto año consecutivo el sector público muestra un superávit primario (antes de intereses). En 2007, representó 3,2 por ciento del producto, unos 25.670 millones de pesos.
De esta cifra, el 80 por ciento correspondió a ingresos por retenciones a las exportaciones, especialmente de commodities agropecuarios y energéticos, tales como soja, maíz, trigo y petróleo. Es decir que cuatro de cada cinco pesos del superávit depende de la demanda externa de productos agropecuarios la cual es una función directa de la bonanza económica de nuestros principales mercados (Brasil, Estados Unidos y China). Cabe destacar que el superávit fiscal garantiza la gobernabilidad política.
El gobierno central basa su poder político en el manejo del superávit. Por cada peso de superávit se recaudan 1,4 pesos en la suma de retenciones e impuesto al cheque.
En segundo término se ubica el superávit comercial: en 2006 el superávit comercial fue de 12.306 millones de dólares y se estima para el 2007 un superávit de 10.200 millones.
El índice de precios de las exportaciones está en el nivel mas alto de los últimos 20 años, empujado por el precio de los commodities.
El 66 por ciento del total exportado tiene como destino doce países. Los cuales están directamente afectados por una posible recesión en Estados Unidos dado que los americanos son los primeros socios comerciales de estos países individualmente considerados.
Es decir que las compras de Brasil, Chile, Estados Unidos, China, España, Países Bajos, México, Italia, Uruguay, Alemania, India y Rusia, se verán afectadas.
A su vez, el 60 por ciento de las exportaciones corresponden a los complejos directamente relacionados con la demanda de commodities (complejos sojero, cerealero, cárnico, combustibles, frutihortícola y pesquero). Esta excesiva concentración de mercados (especialmente comprometidos por esta crisis) y de productos (directamente relacionados con el boom mundial) nos hace aún mas vulnerables.
Un dato adicional, por cada medio punto que merma la tasa de crecimiento de China, su volumen de compras se reduce en un valor equivalente a todas las exportaciones argentinas.
En tercer lugar, se ubica el stock de reservas: la información al 11/1/2008 del BCRA da cuenta de un nivel de reservas de 46.748 millones de dólares. Muchos analistas que dicho nivel es suficiente para afrontar cualquier crisis.
Sin embargo, el stock de letras del Banco Central, (títulos de deuda que emite la entidad bancaria a los efectos de absorber pesos que de otra manera tendrían destino inflacionario) es de 49.980 millones pesos al 11 de enero de 2008.
Es decir que por un lado el BCRA tiene reservas por 46.748 millones de dólares pero en el otro bolsillo debe 15.618 millones de dólares.
Si descontamos el stock de Lebac las reservas rondarían los 30.000 millones de dólares.
En conclusión: si la actual crisis fuera solamente bursátil, nuestro país estaría relativamente aislado y por lo tanto no deberían esperarse mayores consecuencias.
Ahora si la crisis es de origen económico (recesión fundada en Estados Unidos, con impacto en la demanda global y en el crecimiento de los BRIC Brasil, Rusia, India y China) entonces nuestra preocupación debe ser mayor. Nuestro antiamericanismo y nuestro sentimiento antiglobalización no nos debe llevar a conclusiones equivocadas.
GUSTAVO LAZZARI (*)
(*) Director de la Fundación Atlas