Por absurdo que parezca, América Latina podría estar en vísperas de una guerra feroz que, además de provocar muerte y destrucción en los dos países involucrados, tendría repercusiones imprevisibles pero con toda seguridad fuertes en el resto de la región. Es que luego de hacer gala de su apoyo a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), una organización terrorista que mantiene cautivas a centenares de personas en una especie de gulag selvático, el presidente venezolano Hugo Chávez se ha puesto a hablar como si a su entender fuera virtualmente inevitable una guerra convencional entre su país y Colombia. Que esto haya sucedido puede considerarse lógico por parte de un líder que no ha vacilado en llamar "bolivarianas" a las FARC, de este modo incorporándolas al movimiento que encabeza, pero así y todo ha sorprendido a muchos su voluntad de echar más nafta al incendio que él mismo provocó.
Aunque parecería que la escalada retórica de las semanas últimas se ha debido más que nada al deseo de Chávez de reforzar su propia posición interna -ya que ésta se ha visto debilitada por la derrota humillante que experimentó cuando una mayoría de sus compatriotas votó en contra de una reforma constitucional que le habría permitido ser reelegido repetidas veces, por el papelón que le supuso el desenlace de "Operación Emmanuel" al confirmarse que en realidad el niño supuestamente en poder de las FARC vivía en un orfanato bogotano, y por una serie de dificultades económicas que están causando desabastecimiento en varias partes del país-, está creando un clima en que cualquier incidente fronterizo podría resultar suficiente como para desatar un conflicto armado en gran escala. Como es habitual en estas ocasiones, Chávez ha acusado a su adversario, el presidente colombiano Álvaro Uribe, a quien califica de "peón del imperio norteamericano", de ser el agresor en potencia, con el propósito evidente de atribuirse el papel de víctima de la beligerancia ajena. Sin embargo, a diferencia de Chávez, cuyo índice de popularidad ha bajado mucho, Uribe cuenta con el respaldo del 80% de sus conciudadanos y por lo tanto no tendría motivo alguno para querer arriesgarse atacando un país vecino aunque, claro está, podría tomar medidas para impedir que las FARC reciban más ayuda material procedente de Venezuela.
Desde hace años Chávez está procurando acostumbrar a los venezolanos a la idea de que tarde o temprano tengan que combatir contra "el imperio" estadounidense. Bajo el pretexto así supuesto ha gastado miles de millones de petrodólares comprando armas sofisticadas y ha formado milicias populares, pero esto no necesariamente quiere decir que Venezuela esté en condiciones de ganar una guerra contra Colombia, un país con casi dos veces más habitantes y con fuerzas armadas aguerridas después de luchar durante décadas contra las FARC y otras organizaciones guerrilleras. Por lo demás, no hay ninguna garantía de que los militares venezolanos acepten prestarse a una aventura bélica inspirada en los delirios "bolivarianos" de un mandatario que en opinión de muchos de ellos es megalómano e impulsivo.
Según Chávez, la visita a Colombia de la secretaria de Estado Condoleezza Rice fue una prueba de que "el imperio norteamericano está creando las condiciones para generar un conflicto armado entre Colombia y Venezuela". Es de suponer que a los norteamericanos les encantaría poder deshacerse de un aliado del régimen islamista de Irán que no deja pasar ninguna oportunidad para vituperarlos y que, para más señas, se cree el sucesor natural del dictador cubano Fidel Castro como adalid de la resistencia "socialista" a los designios de Washington, pero dadas las circunstancias sería asombroso que pensaran en provocar un enfrentamiento bélico que, entre otras cosas, haría subir todavía más el precio del petróleo justo cuando se teme que la economía de Estados Unidos podría estar a punto de caer en una recesión. Asimismo, los norteamericanos saben muy bien que no les convendría en absoluto brindar a sus muchos enemigos en la región un nuevo pretexto para ensañarse con ellos. En el caso de que estallara la guerra que tantos temen, pues, el único responsable de los desastres resultantes sería Chávez.