La grave crisis financiera internacional desatada por la recesión en Estados Unidos encontró bien parado económicamente al país. A tal punto, que sus gobernantes se ufanaron de la solidez del proyecto K y reiteraron que no están dispuestos a aceptar que desde afuera "se le marque la cancha" a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. "Estamos aislados de los problemas", sentenció el ministro Martín Lousteau.
Desligada del FMI, sin premura para acordar con el Club de París (Lousteau anticipó que cancelar la deuda es importante pero no urgente) y en medio de cortocircuitos con la administración republicana por las derivaciones del caso del "valijero" Antonini Wilson, la Casa Rosada se vanaglorió de "ser un ejemplo para el mundo".
El gobierno siguió azotando a Shell (la petrolera angloholandesa se vio obligada a bajar el precio de los combustibles en la plaza local), asentado en la fortaleza que da el superávit fiscal y comercial, el descenso de la desocupación, el crecimiento constante (53% en 5 años) y las reservas acumuladas, que son del orden de los 47.000 millones de dólares.
La presidenta se permitió incluso hacer un elogio público del secretario de Comercio Guillermo Moreno, cuya permanencia había sido puesta en duda por sus métodos prepotentes para manejarse con los empresarios y su presión para "dibujar" los números de la inflación a través del INDEC.
Algún mérito hay que darle a Moreno, pues los principales dirigentes de las compañías (excepto Juan José Aranguren, de Shell) lo critican por lo bajo pero no en su presencia y menos por la prensa.
En cuanto a la carestía de la vida, el secretario general de la CGT, Hugo Moyano, ratificado estos días como un aliado clave de los K, dijo sin pelos en la lengua que una cosa son las cifras del INDEC y otra las de los supermercados, a las que él y otros sindicalistas prestan atención. Es que ya se están pactando aumentos de sueldos -calificados de "razonables" por el jefe de gabinete Alberto Fernández- por arriba del 20%, esto es: el doble de las estadísticas oficiales. Y a nadie se le mueve un pelo.
Al respecto, el diputado ultrakirchnerista Carlos Kunkel explicó que uno de los objetivos de este segundo período K es avanzar en la redistribución del ingreso y -precisó- el cometido es mejorar los salarios un 7 a 8% año a año.
Cristina, además, se permitió volver a cuestionar "la falta de rigor" del periodismo cuando, a propósito de la desmesurada alza del precio del tomate primero y la sobreproducción después, a su juicio se plantearon a la sociedad "falsos dilemas" que conducen "a decisiones económicas, políticas y sociales absolutamente desacertadas".
En carrera hacia la conducción del PJ -anticipo de "Río Negro"-, el ex presidente Néstor Kirchner no deja de ser el principal influyente en las sombras de la gestión de su esposa. Permanentemente está haciendo "sugerencias" a distintos miembros del gabinete, lo que confirma la existencia de un doble comando, denunciado durante la pasada campaña electoral por Raúl Alfonsín.
A propósito del octogenario líder radical, en su cometido de convivir lo más amistosamente posible con la oposición Cristina se propone invitarlo "a tomar un café y charlar" a su despacho. Con una colaboradora de Alfonsín se comunicó el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, pero para informarle del busto suyo que se lucirá desde el otoño en la Casa de Gobierno, junto con el de Isabel Perón y el del fallecido Héctor Cámpora.
Con el intendente porteño, Mauricio Macri, la presidenta intercambió piropos e ironías. Su propósito conciliador no alcanza por ahora a Elisa Carrió, quien no deja de hostigar al matrimonio pingüino. Insiste "Lilita" en resaltar la existencia de asociaciones espurias para hacer negocios y el enriquecimiento ilícito del ex presidente.
Kirchner está pensando en denunciarla por calumnias e injurias. "¡Cuánta hipocresía que hay! Debo ser el único presidente que siempre declaró lo que tiene. Tengo un patrimonio consolidado en estos últimos 20 años, que está en la AFIP y en la oficina anticorrupción... nadie pregunta cómo hacen para vivir algunos dirigentes que están en negro", se le escuchó despotricar en sus oficinas de Puerto Madero.
La situación financiera aliviada de la Argentina le permite "navegar en la tormenta". Esa circunstancia no será aprovechada para abrir el grifo y derrochar fondos estatales. Así lo reveló a "Río Negro" un colaborador de Cristina: "No vamos a tirar manteca al techo. Seguiremos en la misma línea. Nos vamos a cuidar, porque la crisis podría tener alguna consecuencia indirecta", advirtió con un tono increíblemente mesurado.
Donde seguirán las turbulencias será en las relaciones políticas con Estados Unidos. Se espera un "gesto" norteamericano para permitir que el embajador Anthony Wayne salga del "corralito" en el que lo colocó la presidenta.
En el gobierno "no hay apuro" por lograr el placet para el embajador Héctor Timerman. Celebran las inversiones productivas y la ratificación de la alianza estratégica energética "federal y latinoamericana" con Evo Morales. El viernes se anunció la licitación de las cañerías para el gasoducto del nordeste, una obra de 1.800 millones de dólares que alimentará a provincias como Chaco, Formosa, Misiones y Entre Ríos y le permitirá a Bolivia tener su planta separadora de gases.