He aquí una teoría interesante: la actual escalada de las tensiones entre Colombia y Venezuela ayudará a los líderes carismáticos de ambos países a consolidarse en el poder y lograr un tercer período presidencial.
Está claro que los excesos verbales del presidente venezolano Hugo Chávez hacia Colombia lo han dejado malparado en el ámbito internacional. Pero en el ámbito nacional, tanto él como el mandatario colombiano Álvaro Uribe podrían verse beneficiados.
La guerra de palabras entre Colombia y Venezuela subió de tono la semana pasada después de que Chávez pidió a Colombia y a la comunidad internacional conceder legitimidad diplomática a las narcoguerrillas colombianas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Chávez exigió a Uribe y al resto del mundo dejar de calificar de "terroristas" a los rebeldes de las FARC y en su lugar darles legitimidad diplomática. Según el presidente venezolano, estos guerrilleros deberían ser definidos como "fuerzas insurgentes'' que controlan territorios en Colombia.
Este país reaccionó con previsible enojo, acusando a Chávez de entrometerse en sus asuntos internos. El gobierno colombiano le recordó al mundo que los guerrilleros de las FARC no sólo mantienen prisioneros a más de 700 rehenes -muchos de ellos encadenados desde hace años- y que son prósperos traficantes de drogas, sino que además son responsables de miles de muertes de civiles inocentes.
El ministro de Relaciones Exteriores venezolano Nicolás Maduro respondió acusando a Uribe de estar "obsesionado con derrotar militarmente a las fuerzas insurgentes, obsesionado con la guerra".
Internacionalmente, incluso los países amigos de Chávez, como la Argentina y Ecuador, así como la oposición izquierdista de Colombia, el Polo Democrático, han tomado distancia de las declaraciones del mandatario venezolano sobre las FARC.
"De todas las guerrillas del continente, ésta ha sido la peor", me dijo en una entrevista telefónica el ex líder guerrillero salvadoreño Joaquín Villalobos, desde Londres. "Mientras que en América Latina hubo muchas insurgencias que incurrían en fallas ocasionales, esta guerrilla ha convertido el narcotráfico, el secuestro y el terrorismo en su actividad principal".
Los encuestadores pronostican que la imagen de Chávez en América Latina caerá aún más. Según la última medición de Latinobarómetro, que entrevistó a más de 20.000 personas en 17 estados de la región, Chávez ocupa el penúltimo lugar -junto con el mandatario de Estados Unidos, George W. Bush- entre los presidentes con mejor imagen. El último en la lista es el dictador cubano Fidel Castro.
"Esto no lo ayudará para nada", me respondió Marta Lagos, la directora de Latinobarómetro, telefónicamente desde Chile, refiriéndose al apoyo de Chávez al reconocimiento legal de las FARC. "En Sudamérica esto no cae bien, porque la gente ha vivido el terrorismo en carne propia".
Sin embargo, en el plano interno, el conflicto entre los dos países podría ayudar tanto a Chávez como a Uribe.
Según opositores al presidente venezolano, éste inició la rencilla no sólo por su adicción a estar en los titulares, sino también porque quiere distraer la atención pública de su derrota en el referéndum del 2 de diciembre, en el que la ciudadanía votó contra su reelección perpetua.
Además, para recuperar terreno político en Venezuela, Chávez podría estar tratando de revivir la animosidad venezolana contra Colombia. Chávez ya ha dicho que quiere volver a someter a votación su proyecto de reelección permanente y para eso necesita aumentar su apoyo interno.
Según los críticos de Uribe, algo semejante ocurre en Colombia, donde el primer mandatario podría aprovechar el conflicto para cambiar la Constitución y lograr un tercer período.
"Uribe está necesitando mucho la polarización con las FARC como fundamento de su posible continuidad en el poder", me dijo desde Buenos Aires Horacio Verbitsky, un influyente columnista de izquierda en la Argentina. "Necesita una reforma, y el único argumento que tiene es que es el macho que está enfrentando a estos malos de las FARC".
Mi opinión: ante todo, esta gresca la inició Chávez. Y también está claro que todavía hay grandes diferencias entre ambos líderes: mientras el venezolano está empeñado en cambiar la Constitución para permanecer en el poder ad eternum, Uribe aún no ha dicho que planea hacer lo mismo. Y mientras el presidente narcisista-leninista de Venezuela se está entrometiendo de lleno en el conflicto interno de Colombia, Uribe no está haciendo lo mismo en Venezuela.
Sin embargo, ya sea deliberadamente (en el caso de Chávez), o por azar (en el caso de Uribe), no sería descabellado pensar que la escalada de tensiones haga que ambos presidentes se presenten a sus pueblos como "hombres indispensables" en un momento de emergencia nacional y permanezcan en el poder más allá de sus actuales mandatos legales. Eso sería una mala noticia para sus países y un pésimo precedente para toda la región.
ANDRÉS OPPENHEIMER (*)
Especial para "Río Negro"
(*) Periodista argentino. Analista internacional. Miami.