La necesidad tiene cara de hereje. El fin de semana pasado, cuando las imágenes de enojadísimos pasajeros de Aerolíneas Argentinas -impedidos de volar en el aeropuerto de Ezeiza por una huelga de los gremialistas- se difundían por las principales capitales del mundo, la presidenta Cristina Kirchner "tomó la posta" y convocó a dialogar en Olivos al jefe de la CGT, Hugo Moyano.
Hasta ese momento, vibraba en el ambiente la nada sutil amenaza del camionero de "pararse en la vereda de enfrente" si el gobierno se atrevía a conspirar contra los intereses de los trabajadores. El "pecado" de Cristina había sido avisar que no se metería en la interna gremial, al tiempo que les daba aire a rivales que aspiran a suceder a Moyano a mediados de este año.
El pleito con Estados Unidos por el caso del "valijero" Antonini Wilson -hoy con signos de solucionarse- sacó de punto el inicio de la segunda etapa K, sumado a la inicialmente tronchada gestión humanitaria "Emmanuel" encabezada por el ex presidente Néstor Kirchner en Colombia para liberar a tres rehenes de las FARC, cometido que se logró después sin la presencia de los garantes internacionales.
El gobierno debía dar muestras de ejercer el control de la situación: hay paritarias en marcha, discusiones sobre condiciones laborales, actualizaciones de sueldos... no es posible entonces -se quejó la presidenta ante Moyano, convertido en interlocutor privilegiado- que los pilotos dañen así a la Argentina, con una medida irracional que espanta al turismo.
Fortalecido por el llamado (el martes la CGT en pleno visitará la Casa de Gobierno), Moyano recuperó puntos y se sinceró: no son creíbles los datos inflacionarios del INDEC, por lo que la franja salarial a acordar, gremio por gremio, oscilará entre el 17 y el 21%, con posibilidades de extenderse al 25, según los casos.
Pero Cristina estaba obsesionada con el conflicto de Aerolíneas. Se reunió también con los directivos españoles de la compañía y les pidió que cumplieran con el plan de inversiones y agregaran aviones a los servicios de cabotaje.
A tono con las "inteligentes" decisiones del opositor Mauricio Macri en la Capital Federal ("los viejos sindicalistas están muy desprestigiados", se admitió en la Rosada), en el gobierno consideran que ya pasó lo peor de la crisis pos 2001 y no se justifican, en consecuencia, piquetes y cortes salvajes como los sucedidos en las últimas horas en el Alto Valle de Río Negro.
Por supuesto, el tema es de gran sensibilidad social y requiere mucha cautela. No se puede desconocer la legitimidad de los reclamos, aunque tampoco permitir el descontrol sin límites de los manifestantes.
Los canales seguirán abiertos, no obstante lo cual Cristina planea en casos extremos instruir a los legisladores kirchneristas, que son mayoría en el Congreso, a efectos de que impulsen normas para impedir los paros en servicios esenciales o garantizar el derecho de circulación.
En esto de adecuarse a la realidad, los peronistas son maestros. Por eso no debe sorprender el encuentro secreto entre Cristina y Moyano para prevenir un desborde inflacionario que podría afectar el impresionante ritmo de crecimiento económico de los últimos años.
Privilegiar el consumo y el mercado interno será una de las premisas básicas del modelo en marcha. Moyano, con su poder de fuego intacto en la calle, seguirá teniendo la batuta, al menos hasta que el transporte de cargas no se haga exclusivamente por vía terrestre. Es que el país -se puntualizó en el área de Julio de Vido- carece de un esquema ferroviario mínimo. "Siguen faltando obras básicas de infraestructura y eso nos convierte en Moyano-dependientes", dijo un funcionario que pidió absoluta reserva de identidad.
En la ciudad de Buenos Aires, Raúl Castells desafió con una manifestación al "burócrata y niño bien" de Macri. En esto, como en otras cuestiones de la vida nacional, hay mucha hipocresía. Se cacarea por afuera y se oculta por dentro. Este diario pudo saber que, antes de la protesta, el piquetero acordó con el macrismo un desarrollo pacífico de la marcha. "Voy a respetar todo, pero no voy a admitir que pedí permiso porque la asamblea no me lo permitiría", dijo Castells e incluso adelantó que insultarían a Macri "para la tevé".
Otra de las novedades de la semana fue el anticipo de "Río Negro" sobre la instalación del ex presidente Kirchner en sus nuevas oficinas de Puerto Madero. Ante él desfilaron numerosos dirigentes para pedirle que se hiciera cargo del PJ. "¿Por qué debería hacer eso?", preguntó recurrentemente. "Espacio que se deja vacío lo ocupa cualquiera", sintetizó el senador Miguel Pichetto. Habrá unos meses de discusiones y una decisión para mediados de año con la finalidad de "fortalecer los partidos" y seguir adelante con la política frentista.
Finalmente, deberían aflojarse las tensiones entre Argentina y Estados Unidos, reavivadas por el juicio que se les sigue en Miami a "cuatro agentes encubiertos del gobierno bolivariano de Venezuela". Dicen que hay conversaciones avanzadas para que vuelva "a volar" en la Argentina el embajador Anthony Wayne y para que el Congreso estadounidense conceda pronto el plácet a Héctor Timerman.
ARNALDO PAGANETTI
arnaldopaganetti@rionegro.com.ar