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Chávez se sincera |
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Que el presidente venezolano Hugo Chávez siempre haya sentido simpatía por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) nunca fue un secreto, pero si bien antes de la liberación de las políticas colombianas, Consuelo González y Clara Rojas, trató de mantener cierta distancia de los narcoguerrilleros, desde entonces no ha vacilado en reivindicarlos al afirmar que "tienen un proyecto político, un proyecto bolivariano que aquí (en Venezuela) es respetado". Por este motivo, dice, "no son organizaciones terroristas" sino "verdaderos ejércitos que ocupan espacio en Colombia" y por lo tanto "hay que darles reconocimiento". Dicho de otro modo, según Chávez las FARC son tropa propia aunque no siempre acatan sus órdenes puesto que aclaró que él personalmente está en contra de los secuestros y "la vía armada". Por su parte, las FARC subrayaron que la razón por la que por fin habían liberado a dos de los centenares de rehenes que tienen en su poder consistía en "desagraviar" a Chávez luego del desenlace humillante de aquella "Operación Emmanuel" a la que se prestó el ex presidente Néstor Kirchner. Dicho de otro modo, el jefe bolivariano y sus a veces díscolos aliados están dispuestos a ayudarse mutuamente creando episodios que a su entender sirven para debilitar la autoridad del presidente colombiano Álvaro Uribe. Por motivos que es de suponer están vinculados con la política interna, los gobiernos latinoamericanos, incluyendo al nuestro, son reacios a caratular a las FARC como terroristas, pero ni Estados Unidos ni la Unión Europea tienen dudas al respecto. Como señalaron diversos voceros europeos después de tomar nota del pedido de Chávez, son terroristas porque siguen matando, reteniendo a personas secuestradas y, al igual que ciertas despiadadas bandas africanas, incluyen en sus filas a soldados niños. Es que la diferencia entre un ejército de verdad y una organización terrorista es que aquél se sabe obligado a acatar ciertas pautas bien definidas y a castigar a los efectivos que las violen mientras que ésta emplea métodos que son universalmente condenados, perpetrando atentados indiscriminados, torturando, asesinando a civiles, saqueando y secuestrando con el propósito de sembrar miedo. Como es notorio, la razón por la cual tantos miembros de nuestras fuerzas armadas han sido enjuiciados por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la guerra sucia es que en vez de actuar como integrantes de un ejército auténtico se comportaron como terroristas. Así las cosas, para que tuviera algún sentido la tesis de Chávez, el destino de los "militares" de las FARC tendría que ser idéntico al de Jorge Rafael Videla y compañía. ¿Es lo que tiene en mente el bolivariano? Desde luego que no. Antes bien, lo que Chávez quiere es que la comunidad internacional pase por alto las violaciones groseras de los derechos humanos que cometen a diario sujetos que, dice, son partícipes de su propio "proyecto" político. Gracias al poder cultural de la izquierda, en el mundo entero es fuerte la propensión a indignarse por los crímenes de lesa humanidad perpetrados por gente calificada de derechista y a minimizar la importancia de los mismos crímenes cuando son obra de presuntos izquierdistas. Es por eso que a más de sesenta años del fin de la Segunda Guerra Mundial se siguen persiguiendo a aquellos nazis que todavía sobreviven mientras que sus equivalentes comunistas raramente corren el riesgo de verse obligados a rendir cuentas por las atrocidades que cometieron. Aunque el terrorismo es una metodología, no una cuestión de ideología, son tantos los reacios a entenderlo que es imposible no cuestionar los motivos de muchos que se declaran militantes de los derechos humanos, además, claro está, de los de personajes como Chávez, cuyo esfuerzo por blanquear a las FARC -transformándolas en un movimiento político respetable- se debe menos a su hipotética voluntad de encontrar una forma de poner fin al drama truculento colombiano que al deseo de aprovecharlo en beneficio propio y socavar al gobierno muy popular del presidente Uribe, interviniendo de manera flagrante en los asuntos internos de un país vecino al apoyar abiertamente a una banda de terroristas asesinos y secuestradores que, para colmo, ya ni siquiera intentan ocultar sus vínculos con sus socios narcotraficantes. |
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