Más allá de mi opinión personal -FARC es una agrupación terrorista- la diferencia entre una u otra condición depende de factores arbitrarios que responden a necesidades locales y/o internacionales.Israel no reconoció por décadas a Al Fatah ni a la Organización de Liberación Palestina (OLP) como grupos políticos representantes del pueblo palestino (así como ellas no reconocían el Estado de Israel).
En la historia universal, desde Washington a Bolívar y del mariscal "Tito" a Mahatma Gandhi todos ellos fueron tildados de subversivos o terroristas.
En el caso colombiano no se dan ninguna de las condiciones requeridas por el derecho internacional ni existe la menor voluntad "activa" de la comunidad internacional por reconocer a las FARC como "fuerza beligerante". La gran mayoría de los países latinoamericanos -incluyendo la Argentina- (a diferencia de EE. UU. y Europa) no se han expresado con claridad sobre este tema, con el argumento de "evitar inmiscuirse en problemas internos de Colombia".
Este último argumento es falso.
No hay en Colombia un estado de guerra civil ni una división territorial con poderes independientes o autónomos. Las FARC son una fuerza móvil sin control territorial efectivo (más allá de los problemas que la difícil geografía colombiana plantea a las fuerzas legales).
La inmensa mayoría del pueblo colombiano se ha expresado contra las FARC pese a la política de terror impulsada por esa organización (en las últimas elecciones municipales 29 candidatos a alcaldes fueron asesinados por la guerrilla).
El argumento "ideológico" planteado por las FARC es sólo una pantalla para justificar sus tres enormes fuentes de recursos: 1) el narcotráfico, 2) 1.000 secuestros extorsivos anuales y 3) el supuesto "impuesto revolucionario" o protección mafiosa para evitar ataques, asesinatos y secuestros.
De esta forma y con más de 1.000 millones de dólares de presupuesto anual, les es fácil reclutar -muchas veces por la fuerza- unos 15.000 soldados (30 o 40% menores de edad), quienes obtienen alimento, equipamiento y salario para sobrevivir en la selva y ayudar al mantenimiento de sus familiares (en su mayoría humildes y aislados agricultores).
El caso es muy atípico. No guarda relación con las reivindicaciones nacionalistas del IRA irlandés o ETA vasco ni con la lucha de Montoneros, Tupamaros y otros grupos que expresaban ingenuamente en los '70 el enfrentamiento real entre las dos potencias en pugna (EE. UU. y la URSS) durante la Guerra Fría. Tampoco con el fundamentalismo de Al Queda.
Si no fuera por su despiadada crueldad, podríamos creernos que son una invención del "realismo mágico" de Gabriel García Márquez.
Por donde se las quiera mirar, las FARC no son otra cosa que una violenta banda de delincuentes que disponen de un multimillonario negocio emparentando con los peores vicios de la "Cosa Nostra" e, igual que "Tony Soprano" de la televisión o "Michael Corleone" de Coppola, siguen despertando simpatías entre algunos incrédulos y muchos hipócritas que se consideran "progres" al reivindicar la guerrilla. Chávez y, en menor medida Castro, les dan "cobertura política".
El sufrido pueblo colombiano merece nuestra solidaridad y la condena de los asesinos que lo agraden.
DIEGO GUELAR (*)
Especial para "Río Negro"
(*) Secretario de Relaciones Internacionales de PRO. Ex embajador en Brasil, la Unión Europea y EE. UU.