Soy patagónica y, por antigüedad de residencia, neuquina y ciertamente me avergüenza la suprema ignorancia en la que está inmersa esta sociedad, que no sólo se observa en la población que carece de estudios superiores o de medios para acceder a ellos. Personas como Jorge Guala-Valverde proponen "soluciones" matando perros. Sería bueno que ciudadanos como él entendieran que los animales no pueden seguir siendo víctimas de la falta de educación de los seres humanos. Su postulado malthusiano bien podría ser reemplazado por algo positivo y constructivo como la educación sobre la tenencia responsable, y no me refiero a una mera campaña que se olvidará en cuanto termine.
Debería ser parte del currículo en escuelas públicas y privadas, enseñar responsabilidad. Aprender a ser responsable de los actos que se cometen sería útil, y por sobre todo positivo, a esta sociedad. Si hubiera alguna forma de concretar este proyecto, me ofrezco como voluntaria. ¿Pero cómo adherir a esta lucha contra la ignorancia cuando quienes tienen la posibilidad de transmitir un mensaje lo hacen de forma atrozmente equivocada? En un terciario alguien que dice tener un doctorado en Ciencias Políticas le "enseñó" a sus alumnos que Bill Gates inventó la computadora. Neuquén, una sociedad particularmente ignorante.
El viernes 5/1/08 a las 7:20, a requerimiento de una emisora local, el señor presidente de Agua y Saneamiento, ingeniero Nelson Damián, se hallaba haciendo apreciaciones sobre los problemas en el suministro de agua a la población de Neuquén y, entre otras cosas, se refirió al aumento inmediato en este servicio del 20% más otro igual a partir de meses venideros. Cuando el periodista le preguntó acerca de si el citado incremento alcanzaría también a los barrios en que la falta del preciado elemento había sido reclamada permanentemente, respondió que sí y el por qué lo ilustró con un ejemplo sobre el suministro de gas.
Al respecto citó que en pleno invierno, cuando a la empresa distribuidora no le alcanzaba el fluido para alimentar las redes de consumo domiciliario e inyectaba aire a las redes para compensar el déficit, a él -que con todos los artefactos de su casa a full no lograba calefaccionarla por el mismo motivo- lo mismo le cobraron el servicio. Esas solas expresiones vertidas nada menos que por un profesional, presidente de Agua y Saneamiento, sintetizan todos los males del EPAS en Neuquén más todas las falencias en los proyectos Los Barreales-Cutral Co y Mari Menuco-Neuquén, que oportunamente he denunciado. Quien ignora principios tan elementales como que no se puede inyectar aire a una red de gas porque convierte la mezcla en explosiva, no está capacitado para resolver ningún problema, al menos técnico.
La sociedad de hoy nos demanda un cambio profundo, no sólo encarado desde el aspecto económico -ya que lo que hoy denominados globalización no es atinente únicamente a lo económico- sino que todo ello se halla interrelacionado por el avance tecnológico en los distintos campos.
Todos estos cambios, en un mundo absolutamente veloz y, por ello, muy complejo para ser asimilado por todo el espectro social.
En otras sociedades ya han experimentado que el traspaso de un sistema a otro genera un efecto de crisis dentro del marco social.
A su vez, todos los cambios de relación con el trabajo, la desocupación, la tecnología, etc. producen inseguridad. También es cierto que muchos seres humanos se resisten a esos cambios por diversos motivos: comodidad, seguridad, protección de un espacio, etc.
Debemos asumir los momentos críticos de inseguridad en todos los aspectos y actuar en consecuencia, con las herramientas legales que la ciudadanía nos ha otorgado a través de los canales institucionales.
Utilizar la educación como pilar principal, la preparación y ocupación del hombre en la producción y el entretenimiento, serían los valores fundamentales para salir de esta crisis de inseguridad cada vez más grave.
Darle desde el Estado los elementos para proteger la dignidad, sin egoísmos mezquinos, garantizando una estructura de contención social que funcione, sería cumplir con los mandatos de la Constitución.
Esto también aportaría a la solución del grave problema de inseguridad.
Los hombres que pregonan desde el Estado las soluciones elementales -salud, educación, justicia social y seguridad- lo hacen en forma demagógica, ya que en la práctica esto no ocurre.
El Estado tiene todos los elementos legales para resolver las situaciones de crisis que se producen, pero no hay una decisión política tomada desde la cima de la pirámide del poder. ¡Será por compromisos! o no interpretan a los ciudadanos comunes, honestos, que trabajan día a día en pos de una provincia, un país mejor, y que piden justicia en todos los ámbitos y de diferentes modos.
Veo con pavor los noticieros, las crónicas de los diarios donde los profesionales de la salud, en estado de incertidumbre y con dolor, comunican el vaciamiento de los hospitales. Las decisiones de los responsables traen a colación la desprotección de los más débiles y eso también es inseguridad.
Las instituciones están siendo socavadas, desjerarquizadas por autoridades que no visualizan un panorama social en estado de anarquía, no responden con apoyo logístico y político para su funcionamiento.
La Policía (brazo armado desarmado del Estado) no cuenta con los elementos esenciales para su mayor y mejor funcionamiento. Instrucción suficiente para sus cuadros, sueldos acordes a su labor, ropa adecuada, edificios y elementos de trabajo, etc. Esto también es inseguridad.
La Biblia dice que "la lengua es un miembro pequeño que se jacta de grandes cosas" (Santiago 3:5).
También pregunta: "¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Muéstrenlo con buena conducta, por sus obras hechas con sabia mansedumbre" (Santiago 3:13).
Tal es la verdad y libertad de la "santa palabra", que permite a los hombres expresar y hacer un sinnúmero de cosas a las que sólo el tiempo se encarga de aclarar.
Erigirse desde una posición electiva transitoria de cuatro años para ser identificado como una autoridad preclara, desplegando para ello una actitud paradojal y de vanidad política, resulta tener sus pros y sus contras.
El último de los casos se establece cuando desde la simulación se trata de pasar inadvertido y ocultar parte del pasado reciente.
Para otros ciudadanos, la memoria forma parte del bagaje patrimonial, más que una virtud.
En este contexto, y a modo de un mero ejemplo, me permito convocarlos a apelar a la memoria y les pregunto: ¿alguno de ustedes recuerda dónde estaba y qué hacía entre las 21 y las 2 de los días 20 y 21 de diciembre de 2001 en Centenario?
Como vecino de la calle Honduras entre Nicaragua y Av. del Libertador y testigo de los graves hechos ocurridos, aún hoy me parece verlos como integrando y dirigiendo una horda.
Acaso en ese momento, si no hubiera sido por la decidida acción desplegada por dos o tres policías, el saqueo habría sido total.
Hoy que el tiempo y la dinámica de las circunstancias económicas, sociales y políticas inducen a que la memoria de muchos sea difusa, ustedes gozan de una posición, aunque transitoria, distinta.
En la oportunidad administrativa-legislativa otorgada en los cuatro años por delante y al ser ustedes parte integrante de la administración Bertoldi, deseo que el tiempo les facilite acceder al aprendizaje de un accionar elemental: desde la prudencia, obren imbuidos en los principios éticos del comportamiento humano, en la construcción en paz de una nueva racionalidad ciudadana y, aunque más no sea, en el resguardo de un silencio incipiente.
Muchas veces debí golpear puertas para ser escuchado y, como siempre, encontré personas que hicieron las preguntas y comentarios más duros para quienes nos aceptamos así como nos tocó estar y ser en la vida: "¿Podrá lograrlo?", "¿Hasta cuándo lo hará?", "Pero hermano, amigo... si vos no podés, es mejor que descanses... en tu condición..." ("al que le quepa el sayo, que se lo ponga") y otras que se ajustaron a las normas, que respetaron mi diferencia y a los que agradezco hoy.
La sociedad a veces excluye a las personas con capacidades diferentes, pero por más pesimistas que sean los pronósticos se puede comprobar, como en mi caso -una persona que sufrió un ACV (Accidente Cerebro Vascular) de origen isquémico, que me provocó dificultad en los movimientos de mi lado derecho-, que es posible ser optimistas al respecto.Los señores Maximiliano Bruno, Claudio Vidondo, Bautista Mendioroz y todo el personal de las oficinas de Idevi (Of. CEMAT) han sido quienes me mostraron una nueva cultura basada en la diversidad, abordando temáticas relacionadas al trabajo y otorgándome la posibilidad de generar un microemprendimiento. Esto habla de generosidad, de compromiso, de un enfoque tolerante que garantiza el derecho a la igualdad y erradica toda forma de discriminación contra las personas.
Si quienes nos representan de una u otra manera apelan a un cambio de relevancia para los que poseemos capacidades diferentes, se podrán visualizar avances significativos para los derechos humanos de los grupos minoritarios.
Podría haberse rechazado mi pedido y la propuesta de alternativas de comercialización en la localidad de San Javier, aduciendo infinidad de "posibles". Sin embargo, a quienes quiero reconocer no les "tembló la mano" para aceptar mi propuesta de prestación de un servicio para la comunidad y luego firmar una resolución, sin intereses personales ni demagogia "barata". Ellos hicieron lo que cualquier ciudadano espera de los funcionarios, pero todavía debemos reconocer lo que debería ser habitual en quienes nos representan.
La idea, entonces, a partir de esto, es reclamar, insistir, solicitar, fundamentar y comprometerse para no quedar siempre en la denuncia sino demostrar que pueden ser tan comunes este tipo de acciones que no alcanzarían los medios para revelarlo.
En pos de lograrlo resalto la gestión de estas personas, para que sea multiplicadora y trascendente en una Argentina que trabaja sobre la esencia de los valores humanos.
Nuevamente felicito y agradezco a todos quienes lo hicieron posible.