Silencio...¡por fin!
No se oye otro sonido que no sea el del mar, las aves y la brisa, rozando las rocas. Nadie rompe esa quietud con un grito estridente ofreciendo el sabor de las donas, la exquisitez de los churros o la frescura de los helados. La música de los paradores, ideal para quienes buscan moverse sin parar pero no para quienes quieren el descanso, es sólo un recuerdo en estas playas. Aquí priva el silencio. Se vive cada instante en contacto con la naturaleza, sin más interferencias que la risa de los chicos.
Camino casi intransitable
Si la intención del Municipio fuera no publicitar estos sectores no se informaría al respecto en la sede de Informes Turísticos. Entonces no se entiende muy bien cuál es el motivo para que no exista mantenimiento del camino que conduce a esos destinos que la propia comuna invita a recorrer. Autos que se encajan, turistas que dudan y se vuelven o esfuerzos mecánicos exagerados son algunas de las consecuencias que el camino, después de Las Piedras Coloradas, provoca en los cada vez más visitantes que eligen recorrerlo.