La primera gobernadora electa de la historia argentina y del ARI deberá olvidarse por un tiempo que Tierra del Fuego es una isla. Fabiana Ríos acaba de asumir el mando de una provincia quebrada desde el punto de vista financiero y con la oposición dominando la Legislatura provincial y las tres intendencias. Con este complejo panorama, está obligada a mantener un diálogo cordial con su perfecta antítesis: Cristina Kirchner. ¿Podrá gobernar Ríos? ¿La dejarán?
Estar al frente de una provincia y ser oposición al gobierno nacional debe ser difícil por estos días en Tierra del Fuego. Si lo es para Mauricio Macri en la rica y populosa Ciudad de Buenos Aires, como no la va a ser para Fabiana Ríos, flamante gobernadora de una provincia siempre lejana del centro del poder, y que enfrenta ahora una profunda crisis financiera heredada de la anterior gestión.
En poco tiempo, esta crisis podría convertirse peligrosamente en social y política. No es para nada alentador recordar que eso ya ocurrió demasiadas veces en una provincia con tan corta historia. Por su parte, los conflictivos y poderosos gremios fueguinos, acostumbrados a negociar con otra clase de políticos, ven con cierta desconfianza a la discípula predilecta de Elisa Carrió. Se avecinan negociaciones salariales difíciles, ya que el llamado a la "paz social" que lanzó Ríos unas semanas antes de asumir no tuvo la repercusión esperada. Para alivio momentáneo de la gobernadora, el gobierno nacional confirmó que enviará en los próximos días un anticipo del porcentaje de coparticipación federal de la provincia.
Por si esta compleja situación financiera fuese poco, Ríos deberá gobernar con una Legislatura hostil. En el recinto, el ARI es el bloque mayoritario, con seis miembros. El problema es que las restantes 9 bancas están ocupadas por partidos afines al kirchnerismo y opositores al ARI. El Frente para la Victoria posee cuatro bancas, el Movimiento Popular Fueguino tres y el radicalismo K ocupa las dos restantes. En la primera sesión, sucedió precisamente lo que más se temía: la oposición se unió y actuó en bloque. El resultado fue que el ARI perdió todas las secretarías y prosecretarías por nueve votos contra seis. En el orden municipal, vale recordar que en diciembre el radical K Federico Sciurano completó el mapa político adverso al ARI al consagrarse intendente de Ushuaia, la capital provincial.
Visto este complejo panorama político y financiero, está claro que Ríos tendrá que esforzarse para no naufragar ante tales adversidades. "Nosotros no estuvimos en ninguna fiesta, nos tocó barrer el piso", dijo recientemente la gobernadora y con mucha razón.
Hugo Cóccaro hizo estragos durante su corta y agitada gestión. Ahora la farmacéutica rosarina se vería obligada a "moderar" por un tiempo la verborragia anti-kirchnerista que exhibió despreocupada durante la campaña, si lo que pretende es tener acceso a la caja salvadora de Cristina.
Ni lerda ni perezosa, la gobernadora no ha dejado de enviar gestos amistosos hacia el gobierno nacional desde el momento mismo en que derrotó a Cóccaro en el ballottage del pasado 24 de junio. Porque está claro que para reencauzar una provincia quebrada, de poco sirve el apoyo moral que le puede aportar de ahora en más Carrió. Para consuelo de Ríos, no será la primera que se tiene que tragar por necesidad el pesado sapo del kirchnerismo, al menos hasta sanear las cuentas provinciales. Y finalmente, como la política es estocástica por naturaleza, lo apasionante y esperanzador es que nunca se sabe quién se tragará a quién el día de mañana.
PATRICIO GIUSTO (*)
(*) Licenciado en Ciencias Políticas