Martes 08 de Enero de 2008 Edicion impresa pag. 34 y 35 > Sociedad
Feria de artesanos, el clásico de Las Grutas que este año tiene record de stands
Este verano incorporó una nueva calle de puestos, que ya suman más de 120. Pese al crecimiento de la oferta comercial, es uno de los paseos favoritos de los turistas.

LAS GRUTAS (ASA) - No por tradicional y antigua la Feria de Artesanos pierde su magia y su encanto. Al contrario, año a año incorpora nuevos atractivos y un record de stands que la posicionan como uno de los paseos más importantes una vez que el sol empieza a esconderse en el horizonte. Mucho ha cambiado desde que aquellos primeros hombres y mujeres de largas cabelleras, barbas tupidas y amplia vestimenta de bambula llegaron al lugar a tirar sus primeros paños en la calle, con pinzas y punzones en la mano, pasando horas al sol fabricando sus pulseras, sus adornos de caracoles o sus cuadros en madera quemada para ofrecer a los turistas. Hoy la feria sigue viva y fuerte. Pero se siente la ausencia del "Negro" Arias, un pionero de las artesanías que el año pasado partió, dejando aquí su recuerdo, tan imborrable como las caras del "Che", de Lennon o de Chaplin, que con paciencia y talento creaba en las pequeñas tablas que seguramente hoy todavía adornan muebles y paredes de todo el país.

Trascurridos los veranos, la Feria sigue luchando para mantenerse vigente. Ahora comparte cada noche su protagonismo con el shopping, espacio moderno y de gran inversión cuyos productos se exhiben a través de las vidrieras iluminados fuertemente con las marquesinas y con su fino packaging invitando al consumo.

Pero la Feria tiene su mística. Una música tribal de fondo, proveniente del puesto en el que se venden derbakes, bongós y tamboriles de todos los tamaños y estilos acompaña la marea humana que recorre los stands uno por uno.

El humo de la noche sobrevuela el lugar. Lo generan aquellos que trabajan con calor en su lograda mercadería.

Los títeres, las ropa de bambula, los trabajos en hilo y lana, los cintos, las carteras y billeteras. Todo lo que el metal pueda dar para el hombre que los trabaja con ahínco y con destreza y que durante horas saca de su imaginación distintos productos, algunos bellos, otros útiles y otros que reúnen las dos características. La madera y los caracoles, como hace treinta años, siguen presentes. Son parte del lugar y nada puede contra ellos.

"Recuerdo de Las Grutas", se lee sobre la conchilla de almeja que sostiene al diminuto hombre hecho de caracoles y mejillones. Un poco más allá, los cuchillos, increíbles obras de arte con mango trabajado y una filosa hoja de fino metal. Los instrumentos musicales de madera, cuero, caña o tubos también son una opción y como siempre la bijouterie variada y colorida sigue vigente como en aquellos tiempos del "Negro" Arias y los suyos.

 

Más puestos

 

Este verano, ademas incorporó una nueva línea de puestos ubicada en una de las arterias transversales que se encuentra camino a la Segunda Bajada y donde se exponen y venden vestimenta, títeres y otras mercadería para regalar o llevarse de recuerdo.

Con conflictos y con luchas, con peleas internas y de las otras, con sus idas y vueltas, la Feria es una mundo en sí mismo. Tiene sus códigos, encarna una filosofía de vida, invita al paseo y a la tranquilidad.

Promueve la producción surgida de las propias manos del hombre e invita a quienes la recorren a privilegiar su esencia frente al consumismo de las marcas registradas.

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