SANTIAGO DE CHILE (DPA).- La presidenta chilena, Michelle Bachelet, designó ayer a seis nuevos intendentes (gobernadores), en un primer paso para un cambio mayúsculo en su gobierno que este año enfrenta elecciones municipales. Las designaciones incluyeron la remoción de la intendenta de Santiago, Adriana Delpiano, quien fue reemplazada por el médico Álvaro Erazo, un ex colaborador de Bachelet. Los otros intendentes asumirán el control de las regiones (provincias) de Tarapacá, Biobío, Araucanía, Aysén y Los Lagos.
La mandataria dijo que esperaba iniciar "un segundo tiempo de su gobierno", fuertemente cuestionado por la oposición, el oficialismo y los movimientos sociales. "Voy a cumplir el itinerario que yo he predefinido y ese itinerario se comienza a concretar desde el día de hoy en las regiones, donde está la gente", justificó Bachelet, acusada de falta de liderazgo por la oposición de derecha.
Bachelet subrayó que para salir de la crisis pensaba "recurrir a todos los apoyos que sean necesarios, haré todos los cambios que se requieran y buscaré a las personas idóneas para liderar esta segunda etapa".
Se espera que esta resolución sea el último paso antes de un cambio mayor del gabinete. La decisión de la socialista Bachelet fue apurada por la renuncia e del ministro del Interior, el demócrata cristiano Belisario Velasco. El cambio ministerial, pedido a voces por los partidos de gobierno desde mediados del 2007, marcará la conformación del cuarto equipo de gobierno en dos años.
La crisis sorprende a Bachelet con una popularidad del 40%, la pérdida del control del Senado y un creciente nivel de conflicto con las organizaciones sindicales, que critican sus políticas por neoliberales. La situación política y social, paradójicamente, coincide con el mejor año económico de la historia. Por ejemplo, el superávit fiscal sumó 25.000 millones de dólares a fines de año, las exportaciones totalizaron 67.000 millones de dólares y la deuda externa pública de corto plazo quedó en cero.
Por todo ello, la mandataria puso el acento en sus planes para crear un sistema de protección social que mejore la equidad entre los chilenos , financiado por arcas fiscales más que rebosantes.
Pero al frente Bachelet tendrá a sus propios y desencantados aliados, además de una oposición de derecha que este año enarboló la consigna del "desalojo", convencida de que puede ganar en las urnas, por primera vez en 50 años, su derecho a volver al poder.