Miércoles 02 de Enero de 2008 Edicion impresa pag. 32 > Sociedad
Repudio por los excesos de la custodia de Máxima
Una periodista de Télam denunció haber sido agredida. Los guardias impidieron que fotografiaran a los príncipes.

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Un repudio generalizado recibió la custodia del príncipe Guillermo I de Holanda y su esposa, la princesa Máxima Zorreguieta, por los excesos cometidos hacia fotógrafos y periodistas en esta ciudad, en oportunidad que la pareja real se encontraba en el sanatorio San Carlos donde concurrió a una consulta médica con su hija de ocho meses, Ariadna Guillermina, que sufría de una afección respiratoria.

Las agresiones ocurrieron el lunes 31, al mediodía, frente al sanatorio, cuando os custodios extranjeros, que en todo momento intentaron impedir el trabajo de la prensa, obstaculizaron las cámaras, propinaron empujones a periodistas y fotógrafos y agredieron físicamente a la reportera gráfica Alejandra Bartolice (Télam) cuando intentaba registrar la salida de los príncipes.

Durante la extensa guardia periodística sostenida en la puerta del San Carlos, agentes de la Policía Federal aseguraron a la prensa que podría realizar su tarea "siempre y cuando no se abalancen sobre el vehículo" de la familia real.

El primer inconveniente fue protagonizado por los policías federales que, sin uniformes ni identificación, sacaron por la fuerza al periodista Wilge Delgado (El Cordillerano) quien había ingresado al sanatorio en busca de información.

Luego los custodios holandeses exigieron a los reporteros que se retiraran de la vereda y se colocaran al otro lado de Bustillo, sosteniendo que no había nada para fotografiar y que se trataba de "información privada".

La negativa de los trabajadores ofuscó al jefe de seguridad extranjero que cambio de estrategia e intentó una maniobra distractiva para impedir que se tomen registros del momento.

A las 12.20 un agente de la Federal convocó a la prensa frente al ingreso del sanatorio mientras la pareja real se apresuraba a salir por la puerta lateral. El primero en advertirlo fue el periodista Martín Leuful (El Cordillerano) que fue retenido por la campera cuando intentó dirigirse al lugar.

Los fotógrafos Alfredo Leiva y Bartolice en cambio lograron llegar hasta la rampa de salida generando la reacción inmediata de los guardaespaldas europeos que los interceptaron en forma violenta sujetándolos, forcejeando y tapando las cámaras. La fotógrafa de Télam, que sufrió la agresión más contundente, arremetió contra el responsable del exceso propinandole un sonoro cachetazo.

"Esto iba a pasar porque nos vienen cortando el trabajo de mala manera desde hace 12 días, si la princesa se paraba y saludaba todos hacíamos la foto y no había ningún problema", relató Leiva, fotógrafo de "Río Negro".

El episodio no pasó inadvertido para Máxima, cuyo asombro se hizo visible a través de la ventanilla mientras el auto que conducía su esposo se perdía en el trafico de la avenida Bustillo.

La actitud de los integrantes de la guardia real no pasó inadvertida, por lo que en distintas ediciones digitales se escucharon voces de repudio al hecho. Entre ellos el concejal Daniel Pardo que definió el accionar de los custodios como "un trato desequilibrado y deleznable" y se preguntó "qué información tan peligrosa debía mantenerse oculta" para justificar el agresivo despliegue del lunes pasado.

El edil reflexionó sobre la falta de protección gremial que sufren los periodistas de esta ciudad y exhortó a toda la comunidad a repudiar lo ocurrido que "es un golpe para la sociedad en su conjunto por la obstrucción del acceso a la información".

Por su parte, el abogado del foro local Marcelo Ponzone repudió las agresiones propinadas a los trabajadores de prensa y se puso da disposición de los reporteros maltratados.

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