Miércoles 02 de Enero de 2008 Edicion impresa pag. 45 > Cultura y Espectaculos
Una mujer con voz propia
Música, cantante y percusionista, Mariana Baraj editó "Azucena y Margarita", un trabajo que va de lo electrónico a Leda Valladares.

EDUARDO ROUILLET

El 16 de diciembre, Mariana Baraj cerró el año junto al guitarrista Juan Pablo Chapital en la Sala Villa Villa del Centro Cultural Recoleta.

Música, cantante y percusionista, Mariana incorpora nuevos timbres y texturas al repertorio folclórico latinoamericano. Su voz opina, da otro contexto a la música popular, genera sentidos nuevos. Tiene tres discos como solista, "Lumbre" (02), "Deslumbre" (05) y "Margarita y Azucena" que presentó junto al guitarrista y arreglador Juan Pablo Arredondo, Rodrigo Domínguez en saxo, el contrabajista Jerónimo Carmona, y Carto Brandán en batería y percusión.

Antes participó en trabajos de Lisandro Aristimuño, Andrés Giménez, Alina Gandini, Liliana Herrero, Pepi Taveira Cuarteto, Claudia Puyó, Alberto Muñoz, Emmanuel Horvilleur, Todos tus Muertos, y el Bernardo Baraj Quinteto, claro.

En las diez pistas de "Azucena y Margarita" conviven melodías, programaciones electrónicas, loops, sampleados y autores como el porteño Gabriel Ferro, el armenio Arto Tuncboyaciyan, el africano Ayub Ogada, una canción de Silvio Rodríguez con caja y guitarra, "Maldigo del alto cielo", de Violeta Parra, y coplas recopiladas por Leda Valladares. La Negra Liliana Herrero aparece en dúo en "Ay porque Dios me daría"; Aristimuño, en el dueto "El cardón" de Gustavo Santaolalla; Ferro en voz, Marcos Cabezaz en marimba, el acordeón de Leonora Arbiser y la percusión de Sergio Verdinelli. El arte de tapas fue realizado por Martín Churba.

"Para mí, la música es todo en mi vida. Hay una veta en la formación que siempre se relaciona con estudiar e investigar... Pero es inevitable que lo que me suceda, no tenga ingerencia en ella. Viajar a los lugares donde es más original, donde ha surgido la música que más me gusta y me motiva, es parte del estudio y un gran aprendizaje personal. Yo, cuando me relaciono con lo musical, por ejemplo, a la vuelta de un viaje al norte, es bien notoria la diferencia, hay un cambio muy grande en mi aproximación, mi acercamiento, y en cómo la encaro."

- Puede que aprendas un modo diferente de tocar la caja, pero también de frasear, relacionado concretamente con pisar esa tierra...

-Sí, porque mi formación siempre fue en Buenos Aires, y mi primer contacto con el canto con caja fue a través de unas clases aquí, con Iris Guiñazú, o con los discos de recopilaciones de Leda, cantando encima de ellos... Cuando voy al lugar donde se originaron, hay toda una cuestión que sólo se puede asimilar estando ahí.

Mariana estudió canto con la Guiñazú , con Liliana Vitale, Gabriela Torres y Mirta Braylan; percusión con Horacio López, Andrea Álvarez, Norberto Minichilo, Carlos Rivero y Facundo Guevara.

Fue música estable de Man Ray,

Catupecu Machu, La Herrero , Teresa Parodi, Marián Farías Gómez... Tocar juntos, mirarse, comunicarse sin palabras, sorprenderse con lo que cada uno hace, ha alimentado a la intérprete. "Y mucho... Porque es parte de lo que, para mí, significa hacer música, relacionarse con pares, intercambiar y que cada uno pueda tomar algo del otro. Y crecer... Eso también nutre. Siento que aporta en mi música, relacionarme con músicos del norte o de dónde sea."

- Del sur, como Lisandro Aristimuño.

-Exactamente. Es una parte fundamental, como lo es mi relación con otros artistas, por caso, el trabajo que venimos haciendo desde hace ya bastante tiempo, con este gran creador que es Martín Churba. Hay un intercambio, una interacción y no sólo con los sonidos.

- ¿Cuál es tu aporte a los demás, tu rol en ese enorme engranaje?

-¿Mi rol? Y... El que me ha tocado y vivo con mucha responsabilidad, es esto de haber encontrado una música que me marcó un camino, y tengo mucho compromiso con ella. Siento que es muy necesario que esas obras con tanta historia puedan mantenerse vivas, no se pierdan. Un poco, parte de mi trabajo está relacionado con esto, más allá de tener un abordaje particular en relación a la música original."

- ¿En esa reelaboración, reinterpretación, hay algún límite?

-No hay límites en la música o en el arte. Uno puede ir jugando con diferentes elementos o fusionando de diversas maneras, exponiendo otros puntos de vista acerca de una obra con la que uno se relaciona. Pero, todavía hay muchísimo para investigar y para seguir trabajando, profundizando. Siento que recién estoy comenzando, empezando a transitar un universo.

- A pesar de haber recorrido parte del país, de Europa, de tener tres compactos.

-Si, así es... Y muchos años ya, tocando...

- ¿Cuántos? Suena con pesadez la frase...

-(Ríe) Son unos cuantos, parece que no, pero se van sumando. De una manera profesional, empecé hace diecisiete años, aunque la música me acompaña desde siempre y estudié desde chica. Sí, pasan los años y van ocurriendo cosas buenas... Si se trabaja a conciencia, se sigue estudiando con ese espíritu que nunca debe perderse, el de investigar, aprender para seguir creciendo y asimilando conocimientos. Ese es el punto. Comencé participando en proyectos de otros, tocando percusión, como sesionista, participé además como integrante, y en un momento del camino sentí la necesidad de encarar algo propio. A partir de allí, desplegué algunas formas que no tenía ni muy incorporadas ni tan desarrolladas; por ese lado comenzaba a encontrar un veta o un canal de expresión importante para mí. Todavía falta pulir mucho, pero ya hay una buena plataforma, un lugar de despegue o de aterrizaje. (Sonríe Mariana) Se puede ver de muchas maneras. Entonces, a partir de tomar la decisión de recorrer otras sendas, empecé a encontrarme conmigo y con una voz propia.

El 18 de enero, Mariana Baraj se presentará junto a Chapital en Punta Ballena, Uruguay.

El año pasado tocó en Sao Paulo con el pianista Benjamim Taubkin; y en Canovelles, Valls y Huesca, Banyotes, Zaragoza y Barcelona, España. Fue invitada de Ramiro Musotto en La Trastienda ; del Pepi Taveira Quinteto en Notorious; se presentó junto al pianista Adrián Iaies en Tucumán; y en Tokio, Japón, durante el desfile de la colección Monte del diseñador Martín Churba.

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