La desconfianza se enquista en el oficialismo. Emerge por distintas razones y ámbitos. El resultado siempre es el mismo: la disgregación del poder.
Nada es lo que parece. Todo esconde un submundo de pujas y de intereses.
El ministro José Luis Rodríguez rápidamente lo advirtió en Gobierno. Organigrama en mano, el monitoreo del diseño y de los hombres fue seguido por el secretario general Francisco González, consolidado intérprete del pensamiento de Saiz.
Rodríguez resignó su objetivo de que la relación con la Justicia fuera para un subsecretario propio, Marcial Peralta. Miguel Bermejo -todavía en Seguridad- se impuso y retuvo ese canal de diálogo. Aquél tiene hoy otra encrucijada mayor por resolver: el manejo del Programa de Empleo Rionegrino (PER). Un esquema autónomo en el área de Trabajo, pero que el hoy ministro no está dispuesto a conceder libertad absoluta.
La Justicia mantiene pendiente una causa penal en la que se investigan desvíos de fondos de los PER en el 2001y 2003. Ese mecanismo electoralista continuó con sus derivaciones a los gremios y a los municipios. Su padrón es un tesoro inexpugnable, que se habría triplicado en el 2007.
Su conducción es toda una meta. Nadie en el radicalismo es inocente hoy en el reparto de sus beneficios, pero una revisión de su dominio afectaría especialmente al vicegobernador Mendioroz.
Saiz conoce del tema e instruyó para conformar una comisión de seguimiento con los ministros Rodríguez, Alfredo Pega y Juan Accatino, y el secretario González. Habrá un gerencia reservada para José Luis Collinao. Por
ahora, otra estructura, pues no están resueltos los nuevos límites funcionales.
No existe certidumbre. Las sospechas calan en la mayor intimidad.
Hombres del poder están convencidos de que fueron víctimas de "espionaje" desde la propia estructura gubernamental.
Aportan testigos y datos para construir su teoría conspirativa. Un escenario que es doblemente temerario para el resto de los mortales.
Todas las maniobras se dirigen a Gobierno y a una persona: el director general de Análisis Delictivo, Carlos Alberto Lorenzati, un ex agente de la SIDE.
Fiel prototipo de inteligencia: bajo perfil, gestos medidos y mucha atención. Poco a poco, Lorenzati se transformó en un hombre de consulta permanente del poder rionegrino.
Ese potencial emergió en Gobierno, a cargo de Iván Lazzeri, pero la influencia de Lorenzati creció con la operatividad que le ofreció Bermejo en Seguridad, hasta el jueves.
Lorenzati fue denunciado por el intendente Carlos Soria, un experto de las covachas y estilos de la SIDE. Bermejo desactivó esa ofensiva, favorecido por la debilidad que las campañas electorales imponen a cualquier argumento.
Varias anécdotas se escuchan en el poder, pero la más contundente corresponde al intendente viedmense Jorge Ferreira. Recientemente, repitió -sin ambigüedad y sin cuidado- que fue grabado en una reunión particular.
El jefe comunal -acompañado por Darío Berardi- participó de un asado en lo del aún ministro Lazzeri, quien lo recibió con Santiago Ibarrolaza y Lorenzati.
Dichos y apreciaciones puntuales llegaron a Casa de Gobierno. Ferreira no duda de que lo grabaron y concentra la responsabilidad operativa en el ex SIDE y política en Lazzeri. El intendente intentó inútilmente hablar con el gobernador. Saiz dice que no sabe nada. Lo más claro es que nada está bien entre ambos. Las últimas críticas de Ferreira al mandatario se explican más en estas razones que en otros hechos más públicos.
Otro hombre del poder de Saiz se sorprendió hace algunos meses cuando Lorenzati le recomendó mayor cuidado en sus salidas nocturnas y, puntualmente, detalló lo hecho en las últimas jornadas. Inteligencia ajena o intimidador profesional.
Se fue Lazzeri de Gobierno y, ahora, Bermejo, pero Lorenzati continúa. Desde Seguridad relativiza cualquier poder de maniobra. "Utiliza bien la información de la policía", explica.
Frente a las quejas, Bermejo las desactiva desde lo operativo. "No hay medios para grabar. Todo es una paranoia. No estamos acostumbrados, pues Soria tiene varios ex SIDE y nadie se sorprende", ironizó frente a los suyos.
Saiz tiene su lógica: "No necesito a Lorenzati para enterarme qué dicen en los asados". Su misión es la prevención delictiva. El ex SIDE advirtió que el "Gordo" Valor está en Bariloche, justifican.
La policía tiene lo suyo y los políticos lo usan. Hace algunas semanas, Mendioroz supo de un parte policial que consignaba sus dichos en una reunión reservada en Bariloche. Ese documento lo ventiló el entonces ministro Lazzeri frente a Noemí Sosa y Marcelo Cascón. Este último quedaría más anodado cuando detectó que sus pasos también figuraban en el seguimiento policial.
Pocos supieron del suceso. Otros lo encuadraron en la escalada disputa política y personal del actual vicegobernador y Lazzeri, ex operador suyo que construye su propio sendero de poder.
Parte de verdad y parte de fantasía, esas andanzas acentúan las grietas internas.
El oficialismo está mal si sus referentes bucean en la intimidad ajena. Otras acciones y lealtades pierden sentido. Otro es el escenario en el que se camina.
Muchas cosas requiere el Estado rionegrino, menos intrigas y conjuras institucionales.
ADRIÁN PECOLLO
pecollowa@yahoo.com.ar