Usted es amigo de Néstor Kirchner: ¿Está contento o está triste de que se va?, se le preguntó a boca de jarro a Carlos Kunkel, horas antes de la transferencia del poder a su esposa Cristina, el pasado 10 de diciembre.

"¡No se va a ningún lado", contestó el fiel cancerbero K.

El paso de los días le fue dando la razón, otra vez, al diputado que abreva en el mismo sector del peronismo que en la década del 70 era parte de la "juventud maravillosa". Los "imberbes" tenían, desde la rebeldía, igual capacidad de movilización que los sindicatos y se desencantaron con el fundador del movimiento, en aquella Plaza de Mayo que se partió en dos, el primero de mayo de 1974.

Es esta, claramente, una época de implosión partidaria.

"Lilita" Carrió, la segunda dirigente más votada el 28 de octubre, abandonó el centenario radicalismo, hoy lleno de malezas e influido desde las sombras por Raúl Alfonsín. Roberto Lavagna tiene un pie aquí y el otro allá. Algo así como ser de Boca y River al mismo tiempo. Ricardo López Murphy, otro que abjuró de la UCR, deambula solitario y su socio que sí-que no-que no, el ascendente Mauricio Macri, tiene que demostrar su valía en los próximos 4 años en la irreverente Buenos Aires.

Los únicos manifiestamente orgullosos de su pasado en la JP que se opuso a la dictadura, son los miembros del matrimonio que ejerce la conducción bicéfala del país. Ese sentido sociológico de la pertenencia, reconocido incluso por las vertientes ortodoxas justicialistas que hacen de "la realidad, la única verdad", es lo que les da un anclaje sólido para desarrollar un proyecto nacional, aún en pañales.

Con una característica adicional, además: la columna vertebral sigue siendo el Justicialismo, pero la denominación de la estructura que Kirchner aspira a presidir, mientras Cristina se dedica a gobernar, es la del Frente para la Victoria. Eso le facilita, pese a todos los contratiempos de construcción, la adhesión de fuerzas tradicionalmente refractarias al peronismo, como los socialistas del gobernador Hermes Binner o los radicales K que están al frente de provincias y municipios.

Esta armazón que se reconoce nacionalista, obliga a Cristina Kirchner, aun sin quererlo, a denunciar "operaciones basura" de Estados Unidos. Está intacto el recuerdo -salvando las diferencias de contexto- de la puja entre Braden o Perón, de 1945. Además, facilita la convivencia con otros jefes de Estado latinoamericanos que abrevan en la izquierda, como el tío rico petrolero, el presidente Hugo Chávez. El arco iris regional es dentro de su caos bastante armonioso, aunque no se escapan los diferendos gravosos, como el vigente con el Uruguay de Tabaré Vázquez por la pastera de Botnia que ya funciona en Fray Bentos.

Fue el ególatra general venezolano, en contra de los designios de los halcones republicanos de George Bush, el que llevó adelante el plan humanitario para liberar en la selva colombiana a rehenes de la FARC. En la misión, Néstor Kirchner tuvo un rol destacado como "garante", por pedido expreso del presidente de Francia, Nicolás Sarkozy.

La relación argentina-norteamericana por el caso del "valijero" Antonini Wilson sigue de mal en peor. Existen, empero, discretos contactos diplomáticos para encauzar el vínculo, que tuvo un cortocircuito a partir de la acusación fiscal en Miami.

Las chispas alcanzaron a "agentes bolivarianos encubiertos" y salpicaron a Cristina, por las sospechas sobre el destino que Wilson iba a dar a los 800 mil dólares que en agosto trajo ilegalmente a Buenos Aires en un avión privado fletado por la estatal Enarsa.

El subsecretario para América Latina, Tom Shannon, suspendió el viaje que tenía programado hacer a mediados de enero a la Argentina y quedó en veremos el placet de estilo para Héctor Timerman como nuevo embajador ante Washington, en reemplazo del mendocino José Bordón.

Como dijo un catedrático de la Sorbonne Nouvelle, la Argentina es un ejemplo del carácter absurdo de la actual lógica económica y social. "Tiene de todo, naturaleza, un pueblo educado y una historia apasionante... y el PJ monopoliza a la derecha y atrae a la izquierda", lado éste último en el que se ubican los Kirchner, con una lógica de voluntarismo democrático, independencia de USA y búsqueda de una identidad nacional.

Las dudas resurgen por doquier. En una reciente visita, el escritor francés Michel Houellebecq expuso: "¿Alguien entiende por qué un país rico como Argentina se convirtió en un país pobre?"

Es que algo no prosperó en la elaboración de consensos sociales mínimos. Falló, se observa en retrospectiva, el Pacto de Olivos de 1994 sellado por el entonces presidente Carlos Menem con su antecesor Raúl Alfonsín. Eclosionó el sistema político y social en el 2001 y muchas flores cayeron de los árboles partidarios.

No fue el caso de los Kirchner que se aferraron al viejo tronco fundacional, plagado, eso sí, de raíces cruzadas.

ARNALDO PAGANETTI

arnaldopaganetti@rionegro.com.ar