Nada ha cambiado en Cuba en el 2007 que ahora concluye. ¿O sí? Aunque su líder tradicional, Fidel Castro, continuó desaparecido de la vida pública, la isla siguió reafirmando su espíritu socialista contra viento y marea, sin producirse, un año más, las grandes reformas vaticinadas por la comunidad internacional. Pero al mismo tiempo, en este primer año completo sin Fidel, cuya convalecencia suma ya 17 meses y sin fecha de caducidad, el otro Castro, su hermano y gobernante interino, Raúl, inició pequeños cambios tanto externos como internos que podrían aventurar un 2008 con "sorpresas".
Tanto más cuando el año que ahora entra debería servir, con la redefinición de la Asamblea Nacional (Parlamento unicameral) y el Consejo de Estado tras las elecciones de enero, para aclarar los roles dentro del gobierno de la isla.
El propio Fidel Castro, de 81 años, dio alas a las especulaciones cuando, el 17 de diciembre, admitió no tener intención de "aferrarse" a sus cargos. "Mi deber fundamental no es aferrarme a cargos y mucho menos obstruir el paso a personas más jóvenes, sino aportar experiencias e ideas cuyo modesto valor proviene de la época excepcional que me tocó vivir", escribió el líder cubano.
El revuelo mediático que provocaron sus palabras estaba justificado: a pesar de haber concedido dos entrevistas televisadas y escrito más de 60 "reflexiones", editoriales en la prensa cubana, desde que desapareció de la vida pública, el 26 de julio de 2006, eran sus primeras palabras acerca de su futuro político. Sin embargo, muchos analistas rebajaron rápidamente el alcance de la ya famosa frase.
Para empezar, la carta concluía con un mensaje críptico: "Hay que ser consecuente hasta el final". Una reflexión que, en una persona que ha afirmado recurrentemente que "un revolucionario nunca se jubila", podría interpretarse también como una pista sobre su intención de volver a aspirar a la jefatura de Estado y de gobierno. (DPA)