Lunes 24 de Diciembre de 2007 Edicion impresa pag. 34 > Cultura y Espectaculos
El adiós al "último heredero del surrealismo"
A los 97 años, falleció ayer Julien Gracq, uno de los escritores más importantes de la literatura francesa. Enemigo de la literatura consumista, hasta se dio el lujo de

PARÍS (Télam).- El escritor Julien Gracq, uno de los más importantes de la literatura contemporánea francesa, murió ayer a los 97 años de edad tras ser hospitalizado la semana pasada por un desvanecimiento en Angers, informó ayer la prensa local citando a personas allegadas al autor.

Gracq era conocido por sus singulares metáforas, su lenguaje filoso y la densa atmósfera de sus obras. Su antiguo mentor y amigo, André Breton, lo consideraba "el último heredero del surrealismo", informó la agencia alemana DPA.

Julien Gracq, seudónimo de Louis Poirier, nació el 27 de julio de 1910 en Saint-Florent-le-Vieil. Estudió en la escuela de élite ENS y trabajó hasta 1970 como profesor de historia y geografía. Gracq alcanzó verdadero renombre como escritor en 1950 con el ensayo "La littérature ... l'estomac" ("La literatura en el estómago"), con el que criticaba la orientación consumista de la literatura francesa y los excesos de los premios literarios.

En 1951 rechazó el prestigioso Premio Goncourt, que le fue concedido por "El mar de las Sirtes", una actitud que le valió la admiración y el respeto de la crítica literaria parisina.

Lector de Gide, Valéry, Claudel, Cocteau, nunca publicó sus libros en edición de bolsillo y fueron tiradas limitadas. Profesor de historia y escritor, vivió los grandes momentos de la historia del siglo XX. Formó parte del Partido Comunista que abandonó como repulsa al pacto entre Hitler y Stalin. En esa época escribió "En el castillo de Argol" (1938). Vivió como prisionero en la II Guerra Mundial, cuyo fin coincide con su obra, Un beau ténébreux (1945), a la que un año después siguió la poesía de Gran Libertad. Y su historia continúa durante 19 obras que pasan por todos los géneros y en las que permanece su esencia única.

"Para Gracq la literatura se alimenta de literatura -sin origen, sin procesos de transición, con absoluta naturalidad-, la lectura es la gran herramienta de creación del escritor", señala una crítica a su obra en el diario español

La Voz de Galicia.

"El crítico -dice Gracq- debe ejercer su necesario papel de guía, intermediario entre los secretos y la sensibilidad del libro leído y el futuro potencial lector, debe desentrañar esa 'tracción imperiosa hacia delante que mueve la mano de la pluma'".

En sus reflexiones, el escritor aborda algunas de sus fuentes de inspiración y referencias, especialmente en el siglo XIX francés (Stendhal, Hugo, Balzac, Zola, Flaubert), los nuevos horizontes de la novela que Proust tanto ha condicionado, los lenguajes narrativos y la experimentación, el surrealismo y su gran amigo Breton, y los efectos que su consumo tiene sobre el receptor.

La editorial Gallimard honró al autor en los '90 con una edición completa de su obra en la lujosa colección Pléiade, privilegio que pocos autores llegaron a disfrutar en vida. Gracq pasó los últimos días de su vida solo y retirado en su localidad natal, junto a Nantes.

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