La difusión de imágenes de mujeres mayores de edad teniendo sexo en forma privada con un hombre también mayor de edad, en una pequeña localidad de Corrientes, es una de las mayores arbitrariedades cometidas por medios de comunicación en el país, aunque no la única.

El caso, que ha sido publicado irresponsablemente por varios diarios y portales de internet, es un hecho privado que nada tiene de interés público.

El artículo 19 de la Constitución Nacional protege la sexualidad, la privacidad, las preferencias religiosas o morales de las personas, expresando: "Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe".

Todo surgió cuando una mujer despechada descubrió fotos de su novio manteniendo relaciones con otras mujeres, y las envió por mail a varios conocidos. Por alguna razón, la Radio Sudamericana se creyó con el derecho de propalarlo, señalando como presunto agravante que varias de las mujeres eran casadas y definiendo el hecho como un "escándalo".

Nada tiene de ilegal tener sexo entre personas adultas y el ser o no casado es algo que compete sólo a las personas interesadas. Los medios de comunicación no tienen nada que trasmitir en un caso privado, y sólo dejaría de serlo si los hechos sucedieran en un lugar público, es decir a la vista involuntaria de personas que ocasionalmente transitaran por un lugar no reservado.

La ignorancia sobre la esencia del periodismo y sobre la función de los medios se conjugan en este caso con la concepción de la información como una mercancía, premisa en la que el sexo y la vulgaridad están generalmente en la cúspide de una falsa "pirámide del éxito". Estas confusiones dañan a las personas involucradas pero, sobre todo, perjudican a la credibilidad de los periodistas y de los medios de comunicación.

No todo es noticia. Diferenciar entre lo que es y no es publicable es un desafío ético y profesional, y no todo el periodismo en la Argentina parece estar a la altura de resolverlo en forma cabal.

ALICIA MILLER