Lunes 17 de Diciembre de 2007 Edicion impresa pag. 35 > Cultura y Espectaculos
En clave de Y: El jardinero
"...y todos los árboles de La Comarca estaban quemados. Sam Gaymi se echó a llorar.... entonces recordó el regalo de la Dama Galadriel: la cajita con los polvos. Y plantó nuevos retoños y al pie de cada uno dejó un granito del precioso don, y esperó. La primavera llegó y colmó sus más preciadas esperanzas; día a día se elevaban, como si quisieran recobrar diez años en uno..."

J. R. R. Tolkien, "El Señor de los Anillos"

 

No deja de sorprenderme cómo te recuerdan todos: el conductor, el amigo solidario, el hermano contenedor, y en verdad, yo también tengo todas estas facetas de tu vida conmigo. Podría exhibir más y terribles anécdotas que todos juntos... ah, los viejos tiempos y esa huida por toda la Línea Sur, burlando rutas y ese refugio maravilloso en El Bolsón...

No sé si te gustará, pero la forma más real con que estás conmigo es ese subproducto de las lombrices y de tu trabajo: el lombricompuesto. Debo reconocerlo: no volví a leer tus cuentos. Sencillamente, no puedo. Ya llegará. Me cuesta ir a esa sobria, terrible hermosura negra que alberga lo que queda -quedará- de vos.

Pero esto te va a encantar: le voy a contar a todo el mundo cómo salvaste mis jazmines. Mi flor preferida, tan cremosamente blanca, saturando las fosas nasales y el alma con ese olor dulcemente invasivo. ¡Estaban tan tristes!

Les juro: había hecho de todo, que el sulfato, que la semisombra, que poca agua... también, obvio, le había puesto un puñado del lombricompuesto de Rudy, pero como puse el sulfato o cualquier otra cosa. No había magia, ¿me entienden? No lo había invocado, mejor diré, convocado. Saben, hay gente que le pide por la salud de su hijo, o que los ayude en el trabajo, y pone una vela al ladito de sus miles, miles de fotos que acompañan cristos, virgencitas, santitos varios...

Es posible que les parezca ridículo, ¡vamos, hasta una falta de respeto!, pedirle a Rudy que curara mis jazmines, mis dos hermosas, enfermas plantitas. Sucede que siempre fue particularmente gentil conmigo, vaya a saber por qué, o sí sé por qué. Ahora que su vida es retrospectiva, puedo detectar uno a uno esos rasgos de gentileza, en medio, a veces, de cuestiones que, yo sabía perfectamente, eran mucho más acuciantes que las mías. Y nada impedía que preparara el mate mientras me escuchaba y en medio me preguntaba ¿vos tomás dulce, no?, como si no lo supiera. Y yo le decía no, amargo, sólo para que lo pudiéramos compartir, ¿se dan cuenta?

Así que ahora no se extrañan, supongo, que tomé un puñadito de lombricompuesto -¡me queda tan poco!- y como Sam con la reina de los elfos, lo tuve a mi lado, lo veía inclinado sobre sus cajones removiendo esa porquería que él llamaba, con razón, un maravilloso laboratorio, donde por un lado entraba cuanto desecho orgánico se les ocurra y por el otro salía una caca inodora, impalpable y suavecita. Y le dije ¡Rudy, por favor, ayudame con los jazmines, vos entendés más de plantas que yo, tenías ¿tenés? manos sanadoras! Todas las mañanas trataba de no mirarlos pero los miraba.

Y sucedió que una nochecita, de esas de calor denso, el insistente, delicado olor dulzón me invadió como una caricia; mejor diré, era una caricia. Pueden aducir, razonablemente por cierto, que se cumplió el proceso natural de dicha planta, etc. etc... Y les digo que sí, pero del mismo modo que los retoños de La Comarca se convirtieron en árboles normales, el tema no está en que se cumpliera el ciclo, sino cómo: ¡ustedes vieran mis jazmines! Tienen tantos pimpollos para su tamaño medio que no me dan tiempo a ponerlos por toda la casa, incluyendo regalarlos a las personas que quiero. El verde de sus hojas brilla sin que yo haga nada para eso, burlándose de nuestro patagónico viento. Los tallos están tan erectos que parecen abrazar el cielo.

Sé que es un abuso: le he pedido a Rudy que duren todo el año... una locura. Pero donde él está, dicen que son todos especialistas en locuras, es decir, milagros... ya les contaré.

 

MARÍA EMILIA SALTO

bebasalto@hotmail.com

 

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