Viernes 14 de Diciembre de 2007 Edicion impresa pag. 34 > Sociedad
Las distancias, las carencias

Pilquiniyeu del Limay nunca dejó de añorar el brioso río que le dio nombre y que ya no existe. En su lugar relumbran las aguas quietas de un embalse que, luego del traslado de 1992, quedó a unos 10 kilómetros del pueblo.

Pero no todo es nostalgia y lamentos en "Pilqui". Junto a los árboles jóvenes que ya comienzan a ganarle a la hostilidad del desierto, crecen también las ansias de progreso y comunicación, en las que mucho tiene que ver la pujanza de la escuela 120.

Hace algún tiempo el problema fue la escasez de agua, en parte solucionado con una nueva toma más alta. La energía sigue siendo escasa porque depende de un generador que sólo trabaja cuatro horas por día, de 19 a 23. La escuela, eso sí, cuenta con panel solar y electricidad en continuado.

El comisionado de fomento, Marcos Quidel, aseguró que en el pueblo viven unas 120 personas y que sumando a la zona periférica integran la comunidad unas 60 familias. Dijo que actualmente la demanda sanitaria es la más urgente. "La salud no funciona, hay un puesto y un agente sanitario, pero faltan de medicamentos. Tiempo atrás no había problemas, pero ahora los remedios no llegan nunca". Carencia crucial cuando no hay médicos y la farmacia más cercana está a cien kilómetros.

Este año, como ocurre en toda la región, faltan pasturas y hubo gran mortandad de animales. Aun así, son mayoría los pobladores que no cambian a "Pilqui" por nada.

Don Hipólito Mesa tiene 75 años y estuvo hospitalizado en Bariloche, pero ya está de vuelta en casa para pasar el verano. "A mí me tocó estar enfermo y mi señora también. Hace años tuve el azote de un lazo en el ojo y no le di importancia. Pero con el tiempo se me ganó una nube en la vista", contó.

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