Martín Lousteau protagonizará por estos días una situación poco frecuente en la historia argentina de las últimas décadas. Deberá encarnar al mismo tiempo el cambio y la continuidad en el Ministerio de Economía de una presidenta que atravesará por un desafío similar.
¿Lousteau podrá desempeñarse en el Ministerio de Economía como Roberto Lavagna en mayo del 2003, Felisa Miceli en diciembre del 2005 o Miguel Peirano en julio de este año? Por lo pronto, el anunciado incremento de las tarifas del transporte público en el Gran Buenos Aires, más allá de que formalmente la decisión haya sido tomada por otro presidente y otro ministro, marca una diferencia respecto de cómo encarar la situación de los servicios públicos. Así como Sigaut ya no podía mantener la paridad cambiaria en los niveles de Martínez de Hoz, Lousteau advirtió desde el momento de su designación que, por lo menos, habría que moderar la política de subsidios. Si bien el área no es de su ministerio, sí lo es la responsabilidad en el manejo de las cuentas públicas, un desdoblamiento que, por la distribución de competencias con Planificación, seguirá a Lousteau durante toda su gestión. Así ocurrirá también con los niveles de consumo de energía, que se incrementaron notoriamente al compás del crecimiento de la economía, sin que tuvieran una correspondencia en la oferta. El resultado obvio se observa mes a mes en las estadísticas del intercambio comercial, que por lo visto el INDEC aún no manipuló, y en las modificaciones presupuestarias dispuestas a través de la Jefatura de Gabinete. La importación de combustible crece a un ritmo galopante y los especialistas en energía alertan que en el 2009 la balanza sectorial pasará a ser deficitaria.
Como siempre a lo largo de su historia, la Argentina descansa en sus abundantes recursos naturales a la espera de que alguien los explote. Un dato ilustrativo de esa ausencia de inversiones se comprobó en la reciente visita de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner al Paraguay, en la que se volvió a hablar después de muchos años de la represa de Corpus y se remarcó la importancia de concluir con las obras de Yacyretá. De la primera, hay proyectos de factibilidad anteriores al nacimiento de Lousteau. En cuanto a Yacyretá, el decreto que la declara de interés nacional data de 1958, cuando la demanda energética era infinitamente menor a la actual.
Después de la devaluación y la recesión record del 2002, que determinó, entre otras cosas, una brutal contracción del salario real, el gasto público se expandió en porcentajes superiores a los de los ingresos en la Nación, las provincias y los municipios. La implementación de las retenciones y sus sucesivas ampliaciones, además de una inflación no declarada INDEC mediante, permitió disimular ese desbalance y estirarlo por seis años consecutivos. En este caso, Lousteau tampoco tendrá el mismo punto de partida.
"Es de esperar que el gasto público provincial continúe en la senda de crecimiento observada en los últimos años", admite el último informe de la consultora Economía & Regiones, que agrega unos números para tener el cuenta: durante el 2007 el gasto total de las provincias llegaría a 110.350 millones de pesos, lo que representaría un incremento interanual del 26%, alcanzando al 13,8% del PBI. "El próximo año la economía argentina crecerá a una tasa menor (7,3% real) y la inflación será mayor a la prevista en el proyecto de ley de presupuesto nacional (12,5%). Ésta última presionará sobre el gasto, fundamentalmente las erogaciones en personal, principal componente del gasto público provincial (estimándose en el 50% del gasto primario para el 2007). Así, a fines del 2008 el gasto público del consolidado de provincias podría superar el 14% del PBI nominal, superando los $ 135.000 millones".
Situaciones diferentes a las que recibieron, por lo menos, Lavagna y Miceli. De los remedios a aplicar dependerá el éxito de Lousteau.
MARCELO BÁTIZ
DyN